El Centro de Estudios de las Finanzas Públicas (CEFP) de la Cámara de Diputados destaca que de darse una restricción de la política monetaria en economías avanzadas, para hacer frente a las presiones inflacionarias por el crecimiento en los precios del petróleo y de otras materias primas, los capitales internacionales podrían verse atraídos a invertir en esas economías.
En el documento “Viraje en la orientación de las políticas monetarias ante presiones inflacionarias que atentan contra el crecimiento económico”, se precisa que no sólo por el alza de las tasas de interés, también porque buscarían posiciones de inversión más seguras, pues la materialización de las presiones inflacionarias condicionarían al ritmo de la recuperación económica mundial.
Tal situación, se indica, debilitaría los movimientos de capitales hacia México e inclusive podría revertir el flujo de recursos y dada la relevancia que tienen para la economía, se podrían tener repercusiones trascendentales sobre las fuentes de financiamiento externo del país.
Por ende, también sobre el tipo de cambio y el sistema financiero, esto último ante las presiones que generarían en el mercado de dinero el cambio de posiciones en la tenencia de títulos de los inversionistas extranjeros.
El CEFP puntualiza que dicho escenario podría complicarse más para México si las presiones inflacionarias que enfrenta nuestra economía implicaran un incremento generalizado de los precios y un endurecimiento de la política monetaria, ya que podríamos no sólo tener un tipo de cambio depreciado, sino mayores tasas de interés que frenen la evolución del consumo, de la inversión y, en general, de la actividad económica.
De ahí que sea necesario fortalecer las condiciones del mercado interno y desarrollar tareas dirigidas a mejorar el atractivo del país para el arribo de inversiones productivas y de mayor plazo, con la finalidad de evitar un retiro de capitales con implicaciones como las acontecidas en 1995 ante la salida de capitales 7 veces mayor (13 mil 340.4 mdd) al monto captado un año antes, que derivó en una crisis sin precedente para México.
Se subraya que ante el reciente desastre de Japón, se prevé mantener la tendencia alcista en los precios del petróleo, ya que las presiones del lado de la oferta por los conflictos geopolíticos en Medio Oriente y el Norte de África se complementarían por una mayor demanda por parte de la economía japonesa, dado que no es productor de petróleo y sus plantas nucleares, a través de las cuales generaba energía, se encuentran afectadas.
Por lo que es importante recordar que tan sólo en 2010 la inversión de cartera ascendió a 23 mil 768.6 millones de dólares (mdd), lo que representó un crecimiento de 210.8 por ciento respecto al monto de capitales que arribó a México un año antes.
Se menciona que la importante entrada de capitales a través de esta vía permitió que el déficit de la cuenta corriente (la cual registra la entrada y salida de divisas por concepto de compra y venta de bienes, servicios, intereses y transferencias) se cubriera ampliamente, ya que la entrada de capitales representó 4.2 veces el monto que salió.
En tanto que la inversión de cartera logró situarse como la segunda fuente de financiamiento para la economía mexicana, sólo detrás de las exportaciones, desplazando así a la inversión extranjera directa, a las remesas y a los ingresos derivados del turismo.
No obstante, la entrada de capitales estuvo influenciada, en gran medida, por el amplio diferencial de tasas de interés que persistió entre México y las economías avanzadas, particularmente respecto de Estados Unidos, cuya tasa de los fondos federales se situó en un rango de entre 0 y 0.25 por ciento a lo largo de 2010.
Mientras que el Banco de México mantuvo en 4.50 por ciento el objetivo para la tasa de referencia en ese año. Así, el grueso de la inversión se dirigió al mercado de dinero a la compra de valores del sector público, moviéndose cada vez más hacia posiciones de menor plazo, pues mientras que en el primer trimestre del año el 57.3 por ciento se invirtió en Bonos (de más largo plazo) y el 36.7 por ciento adquirió Cetes (corto plazo), en el cuarto trimestre de 2010 la composición se había invertido: el 56.0 por ciento compró Cetes y el 33.4 por ciento Bonos.
“Bajo ese panorama, es necesario realizar un análisis de las posibles implicaciones que tendrían sobre la economía mexicana un cambio en la postura monetaria, particularmente, de las economías avanzadas, ya que un endurecimiento de su política monetaria (en búsqueda de contener las presiones inflacionarias) puede elevar las tasas de interés en esas economías debilitando así los movimientos de capital hacia México”, se enfatiza.