El general en retiro Roberto Badillo Martínez, diputado federal en la 60 Legislatura, escribió interesante artículo que reseña con magistral fundamento, los ocho momentos de lo que considera la debacle mexicana. Autor de diversos libros, entre los que destaca el último titulado “El Libro Verde de las Fuerzas Armadas”, el militar expone con puntualidad lo que ocurre en el país, a partir del mandato de Miguel de la Madrid Hurtado.
Tomado de su página de Internet, aquí el enriquecedor texto que escribió el general Badillo Martínez:
Los ocho momentos de la debacle mexicana
La debacle mexicana que comenzó el 1 de diciembre de 1982, con la asunción del primer Presidente neoliberal, Miguel de la Madrid Hurtado, tiene fechas importantes, aunque unas no las sabemos.
1.- El momento preciso en que el presidente José López Portillo. Acorralado por el gobierno de los Estados Unidos, el Departamento de Estado, la Secretaría del Tesoro, el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial, y atrás de ellos como lo que son “el verdadero poder tras el trono”, los banqueros de la Reserva Federal, se ve impuesto de la decisión de que el Presidente que lo suceda debe ser Miguel de la Madrid Hurtado, educado en Harvard para iniciar el hundimiento de México, inaugurando la etapa de presidentes entreguistas y antipatriotas, que dura hasta nuestros días, es un momento histórico. Ellos han obedecido sin tapujos las consignas de los banqueros mundiales, de los banqueros internacionales, convertidos en Reserva Federal desde el 24 de diciembre del año 1913. Se inició de hecho el desmantelamiento del Estado nacional.
2.- El primer minuto de diciembre de 1982 se oficializa la frase del presidente José López Portillo: “Seré el último Presidente de la revolución”. El régimen que quiso llevar la “justicia social” a todo el pueblo mexicano queda derrotado; después de 20 años de lucha soterrada entre poderes internos y externos, afincados en Washington y Nueva York. El desmantelamiento del Estado mexicano se oficializa.
3.- El desmembramiento del PRI. La política es tan generosa que por ello los políticos hacen actos deleznables, de servilismo, de deslealtad e incluso de traición para permanecer en ella. Viven muy bien. Cuando sienten que su propio grupo o partido puede mandarlos a la banca, viene la separación, la escisión, la ruptura y así surgen divisiones partidistas o de grupo. Algunas no se sienten, no tienen consecuencias. La separación de los grupos que se apartaron del PRI, y formaron el PRD, tuvo consecuencias negativas y desastrosas en sus primeros 23 ó 24. (Detención en el desarrollo económico y social de estos años y violencia con cerca de 50 mil muertos).
No hay duda, se debió y es consecuencia del neoliberalismo. El PRI, sin la presencia neoliberal, a partir de 1982, hubiera podido ganar y controlar las elecciones de 1982 y de 1988, sin escindirse como lo hizo para el segundo de los citados comicios. El encumbramiento del panismo también es consecuencia del neoliberalismo y de la escisión en el PRI.
Los principales actores de esa escisión priista, que crearon el PRD, todos priistas, tuvieron el apoyo de las fuerzas izquierdistas sueltas por todo el territorio nacional; de minipartidos o restos de minipartidos como el Comunista (fanático de la URSS) el Partido Socialista y multitud de grupos marxistas de jóvenes que no sabían ni aun ahora saben, (ya no tan jóvenes) cuál es el origen del movimiento mundial del marxismo y todas sus variantes; ni tampoco lo saben aun ahora los izquierdistas mexicanos (jóvenes y viejos) de todas las variantes; se quedaron en la época de los años 50 y 60 del siglo pasado, cuando la guerra fría entre la “gloriosa Unión Soviética” y Estados Unidos estaba en su apogeo. No llegan a comprender 50 años después que era una guerra falsa, pura ficción para engañar a los pueblos y a los “jóvenes revolucionarios” del mundo, provocar inestabilidad, “revoluciones” falsas, golpes de Estado por ellos dirigidos, y todo para repartirse el botín del mundo, extraer materias primas para sus industrias nacionales y para mantener también una falsa competencia armamentista, falsa por fingida; verdadera en la producción de armas y en el gasto militar de ambos bandos y en la muerte de millones de personas en Asia, África y América Latina.
Creo que la escisión del PRI se puede decir que se inició. En un informe de gobierno de Miguel de la Madrid, contemporáneo de Muñoz Ledo, cuanto este personaje (no creo que sea 90 por ciento de alcohol y 10 por ciento de botana como alguien dijo; debe estar más equilibrado entre el alcohol y la botana) le gritó a la salida del Congreso al Presidente de la República, primer neoliberal en el poder. Probablemente se conocieron desde la Universidad y por eso descargó su furia sobre el Presidente. Ahí se perdió el respeto a la “institución presidencial”.
Y de ahí en adelante, la rebelión pasó paulatinamente de la confrontación verbal a la decisión de crear otro partido u organización política. No se puede decir que crearon un “nuevo partido”, porque éste tendría que incluir la aportación de nuevas ideas. ¿Qué nuevas ideas pueden aportar, “revolucionarios”, “marxistas”, “leninistas”, “liberales”, “bolcheviques”, etcétera, que ni siquiera conocen su origen? Iban tras el cargo político y tras del presupuesto. No tienen la noción de cómo gobernar a un país de la grandeza de México. Y así le ha ido a México con el partido creado por los rebeldes priistas. Tendieron la cama para que la derecha tradicional, que tampoco sabe gobernar pero que sí sabe lo que quiere (negocios sobre todo), llegara al poder.
A las izquierdazos, de todo el mundo y de todos los colores, lo que les gusta es regalar mediante despensas y apoyos económicos a personas necesitadas -o no-, para hacerse de clientela política que es la que los sostiene en el poder. Así no crece un país.
La tormenta perfecta para mantener a un país estancado, detenido, sin crecimiento económico y desarrollo social (así llevamos 30 años) es precisamente tener tres partidos que entre los tres obtengan más o menos el 85 ó 90 por ciento de los votos. Ninguno de esos tres partidos, gane quien gane puede gobernar. Se nulifican por su igualdad. Al presidente Calderón lo eligieron más o menos 15 millones de votantes, contra 25 millones más o menos que votaron contra él en la misma elección. De manera que la creación del partido “izquierdista de México” sólo logró el estancamiento de México. Eso sí, lograron su propósito: Dividir al partido que de 1940 a 1982 le dio a México los únicos años de progreso y desarrollo que la nación logró en el siglo XX, después de la revolución. Bien por los izquierdozos de México. Le han hecho un gran servicio a los estadounidenses para detener la industrialización de México.
Recuerdo a Cuauhtémoc Cárdenas la noche de su derrota en el 2000, palabras más-menos: “No ganamos, pero terminamos con la hegemonía del PRI”. Frase muy en consonancia con una de jóvenes que no pasa de moda, que empieza así: “Bueno, la metió pero se la cagué”.
Pobre México; y pobres mexicanos. Y más pobres los 50 millones que viven en la miseria.
4.- 10 de enero de 1989.- El Quinazo ordenado por el presidente Carlos Salinas de Gortari tenía como objetivo no sólo “tumbar” a la Quina y demostrar que el más importante sindicato, el más influyente, el más poderoso desde la expropiación petrolera, líder de la corrupción y de la impunidad junto con el magisterial, en México, podría ser dominado por el Estado.
El Quinazo aterrorizó a todo el sindicalismo mexicano y a otros sectores de la sociedad, no sólo rural sino citadina. Salinas le cumplió al gobierno de Estados Unidos y a los banqueros de la Reserva Federal, al demostrarles que un Presidente “fuerte” profundizaría las reformas neoliberales y terminaría de dictar, lo que fuera necesario, para el desmantelamiento del Estado nacional. El Quinazo hizo posible la cero oposición al Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos y Canadá.
5.- El “no” de Manuel Camacho Solís a la candidatura de Luis Donaldo Colosio. La inestabilidad producida por este “no” al país aún no se ha medido en cifras económicas y sociales. Fue un cataclismo que por lo pronto terminó con el mito de Presidente “fuerte” de Carlos Salinas. Si al decir “no” Camacho Solís al otro día se le hubiese enviado de embajador, a algún país del centro de África (pido disculpas) entre más pequeño territorialmente y en población, mejor, entonces el Presidente tendría hasta el día de hoy esa distinción de Presidente fuerte, sin comillas. Sería otra la historia de México, de las últimas décadas. Se pasó de la Fortaleza del Presidente, al chocholeo al Presidente.
¿Qué pensará Camacho Solis, hoy de su “rebelión” (también entre comillas) porque fue una rebelión de pacotilla? Sólo demostró que el Presidente no era “fuerte”. A fines del 2011 aunque seguramente a él no le afecta, porque tiene los medios para vivir con las máximas medidas de seguridad, por la violencia del panismo, con casi 50 mil muertos, con que terminará su gestión el presidente Calderón, la destrucción económica y social en que vive el país, con consecuencias inimaginables e incuantificables, para millones de jóvenes, su “caprichito” de rebelde es uno de los momentos clave de esta situación de desastre nacional.
Y él como si nada, aún tratando de “servir a México”. A él no le afecta la violencia. Se irá al basurero de la historia con todos los del punto tres. Este error hizo que el presidente Salinas provocara errores en cascada en lo que restó de su gobierno.
6.- El error de diciembre del presidente Ernesto Zedillo. Fue un bajón brutal a la economía mexicana; a saber: El pánico financiero que el gobierno de Estados Unidos y sus banqueros provocan recurrentemente (ahora con el BRIC no pudieron) en diversos países del mundo y del continente, para obtener ganancias fabulosas en bancos y compañías quebrados por un lado, y por otro, para imponer políticas neoliberales, que desde luego Zedillo instrumentó “valientemente”: El Fobaproa, los pidiregas que provocaron la anemia económica de Petróleos Mexicanos; la entrega de la Comisión Federal de Electricidad al capital privado español, entre otros; bancos, se completó su venta; el neoliberalismo a plenitud.
La entrega del país, a plenitud… de todos los entreguistas, el que mejor lo hizo fue Zedillo. Entregó su tiempo y su “persona” a servir sin tapujos a sus amos. “Bien” por Zedillín.
7.- El 1 de diciembre del año 2000. Llegada de la “transición política democrática”, nunca mejor empleadas las comillas… no ha habido transición política (los políticos de todos los partidos son igualitos en todo, repito, en todo) ni ha habido democracia, no la pueden instrumentar políticos de otros partidos, porque son todos igualitos, más aun igualititos.
Lo que sí hay es una “democracia a locas” que posibilita la llegada a los cargos públicos de personas que nada tienen qué hacer, que nada saben para que funcione un gobierno; ni mucho menos, ni en sueños, pueden planear para desarrollar regiones, estados o al país. Que llegue a los cargos “sea quien sea”; con tal de que sirva al Partido que lo lleva al poder.
Llegó además con Fox, el dicharachero, el vaquero, el ranchero ignorantón, la corrupción a los Pinos; que incluso alcanzó a su familia adoptada. Los millones de mexicanos que creyeron en la frase “transición democrática” hoy sufren las consecuencias. Cumpliremos en 2012, cinco sexenios perdidos, desde el punto de vista del desarrollo regional y nacional; México se convirtió en un país maquilador, perdiendo la poca industrialización que teníamos. Lo contrario de Taiwán, Corea del Sur y Singapur, primeros países maquiladores después de la segunda guerra mundial, que aprovecharon sus primeros años maquiladores como plataforma de su industrialización. Los políticos mexicanos ni se enteraron cómo fueron los logros de esos Países. Ese fue el camino que México debió seguir al tener acceso a diferentes mercados, con el neoliberalismo y la globalización; eso sólo se logra con políticos patriotas y enterados de lo que pasa en el mundo. Los políticos mexicanos siguieron el camino contrario.
Recuerdo el júbilo de muchos de los informadores de radio, televisión y prensa al dar cuenta de la “transición democrática”.
“Morelos se pinta de azul”; “Jalisco se pinta de azul”; gritaba eufórico López Dóriga y así por el estilo, otros.
Otros creían que llegaba una nueva y mejor etapa para todos. Hoy probablemente no pueden visitar Cuernavaca o los estados pintados de azul (ni de amarillo, ni de rojo) porque el desastre es total.
8.- El momento preciso en que el actual presidente. Felipe Calderón Hinojosa decide, para justificarse ante una elección desacreditada, utilizar masivamente (su empleo tiene más de 50 años) a las Fuerzas Armadas y permite la intromisión abierta de los Estados Unidos en el problema del narcotráfico mediante la Iniciativa Mérida, provocando con ello, que se convierta en el presidente más sangriento de México (cerca de 50 mil muertos en su sexenio, que lo perseguirán mientras viva) desde 1940, las cosas empeoran. Las consecuencias sociales y el vaciamiento económico de regiones productivas aún son incuantificables.
Millones de mexicanos no sabremos nunca cuál de estos momentos será el más grave en la historia mexicana, de estos 30 años de neoliberalismo.
Estos momentos los concibieron, los planificaron, los ordenaron y los ejecutaron hombres mexicanos. No dudo que la mayoría de ellos priistas, ex priistas convertidos en revolucionarios democráticos, o panistas de buena fe. Seguro que pensaron que no sólo era lo mejor para ellos y sus partidarios sino para México. Por lo menos, esto puede ser un alegato ante la historia. Lo grave de estos ocho momentos desastrosos para nuestro país, es que esos personajes que provocaron estas decisiones ignoran, o peor aún si lo saben no se atreven a decirlo, que el factor externo fue muy determinante para sus decisiones desastrosas. Esto es lo más grave: No se atreven a decir que, en la situación en que se encontraron, para la toma de decisiones, el gobierno de Estados Unidos y los banqueros de la Reserva de Nueva York estuvieron bien presentes. Fueron factor de decisión y no se atreven a informarlo al pueblo de México.
Siguen la política que tiene 200 años de seguir engañando, con su patriotismo o cobardía, cada quien escoja, al pueblo de México. La cobardía les permite seguir viviendo como si nada hubiera pasado; incluso, viviendo en la política o de la política; su patriotismo les permite seguir opinando, sin vergüenza de los temas nacionales. Tienen que encontrarse entre estos dos términos pues el único aceptable y diferente sería que pasaron por su vida y por la política en el limbo. Más bien, que la política y sus hechos les pasó por encima sin darse cuenta. ¡Qué tragedia! Tragedia para el pueblo de México. México se detuvo económica y socialmente. Mientras tanto los políticos seguirán su viaje.