Por Guillermo Pimentel Balderas
Héctor Carlos Salazar Arriaga, presidente de la Confederación Nacional de Productores Agrícolas de Maíz de México (CNPAMM), afirmó que con la apertura comercial, el país ha incrementado peligrosamente la dependencia alimentaria con Estados Unidos, al pasar de 396 mil toneladas importadas en 1992, hasta 9.8 millones de toneladas para el ciclo 2011-2012 y con ello, “México, de cuarto lugar pasó al primero como importador de maíz en el mundo”.
El auténtico dirigente de los maiceros de México estimó que la industria del sector se ha encargado de acrecentar esta problemática, al importar más maíz desde el exterior y dejar la producción nacional como complementaria y con ello presionar los precios a la baja para los productores nacionales.
Salazar Arriaga, afirmó que esta peligrosa situación se genera en un ambiente de especulación, distorsión del mercado y fallida política económica de México y lamentó que con las facilidades que les da el modelo neoliberal, la industria y los grandes comercializadores de este grano, tienen la posibilidad de importar la totalidad del maíz que demanda el pueblo de México, pero, deja de lado la producción nacional, sin que ninguna autoridad competente haga nada para impedirlo.
El líder maicero consideró que “los productores de maíz debemos organizarnos para defender su precio, limitar las importaciones y reactivar la producción nacional; por ello, nos congratulamos que en el proceso electoral para la Presidencia de la República se firmen ante notario público acuerdos para lograr la reactivación del campo y la autosuficiencia alimentaria de México”.
El presidente de la CNPAMM explico que el hecho de importar alimentos implica que por cada tonelada que el país compre en el extranjero, trae como resultado desestimulo a la producción y, por ende, a la economía regional; además, se reducen los trabajos agrícolas mecanizados en aproximadamente 15.92 horas, al igual que el empleo en 4.54 horas – hombre, el consumo por diesel en 6 litros, la venta de insumos (fertilizantes en 90 a 110 kg., insecticidas y plaguicidas en 3 y un litro respectivamente, semillas mejorada en 3.5 – 4.5 kg.); así como por cada tonelada importada se reduce la demanda de fletes para transportar el grano e insumos.
“Esta realidad, agrava los problemas socioeconómicos locales al existir una correlación alta con el incremento de la pobreza rural, la emigración y la delincuencia. Por ello, es necesario que las organizaciones campesinas y de productores rurales nos reorganicemos y demandar un Nuevo Acuerdo Nacional para el Campo; retomar las negociaciones por la defensa del campo mexicano estableciendo cupos de importación y participando en el establecimiento de regulaciones frente a la competencia desleal que vive el sector”.
Salazar Arriaga, resaltó que como prueba de la dependencia alimentaria en México, se situó como primer importador mundial de maíz al ubicarse con 295,870 toneladas del grano. Esta cifra, representó el 30.85%, después de la República de Corea (13.04%) y Japón (8.17%). Además, todavía falta, porque el ciclo comercial de exportación de maíz de Estados Unidos comenzó en el mes de septiembre de 2011 y aún no termina, pues será hasta agosto del año en curso.
“Tan sólo en lo que va del ciclo, se ha importado 6.1 millones de toneladas de maíz. Esta tendencia al alza, demuestra que cada vez México se hace más dependiente de maíz del vecino país, debilitándose considerablemente su soberanía alimentaria y con ello su capacidad de satisfacer las necesidades agroalimentarias”.
El productor coahuilense subrayo que por si fuera poco, actualmente la industria no reconoce el diferencial de las bases en zona de producción del maíz blanco, lo cual el resultado se traduce en una industria que no tiene interés en establecer Agricultura por Contrato de futuros de maíz con los productores nacionales, y sólo contrato 750 mil toneladas de 3.5 millones que ofrecen los productores de Sinaloa.
Denuncio que desde el mes de diciembre de 2011, ante la apertura de ventanillas de ASERCA, para iniciar el registro de contratos a futuro de maíz, las empresas compradoras de maíz blanco amenazaron con recurrir a las importaciones ante los precios que, justamente, demandaron los productores de este grano de Sinaloa; las empresas sólo ofrecían el precio de maíz amarillo de segunda, cotizado en la Bolsa de Chicago (CBOT), que normalmente se compra para uso pecuario e industrial y que es transgénico en un 80% del volumen que ingresa a México.
Asimismo, recordó que el Secretario de Economía, Bruno Ferrari, al justificar la importación de maíz, declaró que se realizaría con la finalidad de evitar la especulación y garantizar una estabilidad en el precio de la tortilla, incluso, menciono importaciones desde Sudáfrica, donde, presumió que la tonelada de maíz blanco transgénico es más barata.
Salazar Arriaga, aseguró que “las organizaciones de productores de maíz hemos entendido este mensaje como una acción para abaratar la tonelada de maíz blanco mexicano y apoyar a las grandes empresas comercializadoras, que son las mayores importadoras de granos. Hoy, que los precios están altos, las empresas compradoras y los grandes comercializadores nos aprietan con los mismos argumentos convenencieros que por muchos años han usado para bajar los precios de los contratos, a pesar de la escasez de maíz blanco, cuyo producto no es comparable como un “commodity” porque no se cotiza internacionalmente como es el caso del maíz amarillo de segunda”.
El productor coahuilense indicó que en la apertura comercial, la industria señalaba que los precios de referencia internacional permitirían reconocer la calidad del maíz blanco y de especialidad mexicano, pero la realidad no ha sido así. Pero, apuntó, cuando el productor hace entrega del grano en la báscula, los industriales y comercializadores ejecutan castigos por grano dañado, humedad y otros factores de calidad que ellos mismos imponen con parámetros, donde no hay ninguna autoridad que los valide y actúe como arbitro; es decir, ellos son juez y parte en la determinación de la calidad del grano imponiendo el castigo en detrimento del precio.
Además, expuso que por ser pocas las empresas compradores se coluden imponiendo precios a su conveniencia, y en cualquier escenario el productor nunca recibe un precio justo, como dice el dicho: “para donde nos movamos nos cuerna el toro”.