Para afrontar los graves desequilibrios que aquejan a la economía global, es necesario establecer un nuevo modelo, distinto a la vía propuesta por los líderes mundiales en el Foro Económico de Davos, Suiza, sostuvo Guadalupe Mantey de Anguiano, académica de la Facultad de Estudios Superiores (FES) Acatlán.
Una verdadera transformación del panorama económico y social imperante, caracterizado por el lento crecimiento, aumento en el desempleo e inestabilidad financiera, requiere incrementar el gasto público para estimular el ingreso y el empleo.
En este contexto, mencionó la académica, no se promovería la reducción de los salarios, pues la fortaleza del mercado interno es fundamental para estimular mayor inversión física, obtener las ventajas derivadas del progreso técnico y generar nuevas plazas.
“Este nuevo esquema precisa de la intervención del Estado en la regulación del volumen de crédito y su asignación, que es lo que rechazan los líderes que se congregan en Davos, y que responden a los intereses de las mayores instituciones financieras”, afirmó.
Las reformas contempladas en el Resumen Ejecutivo de la cumbre, coinciden con las políticas que el Fondo Monetario Internacional (FMI) recomendó en el Informe para la Reunión de Primavera 2011, aseguró.
Entre las medidas destacan: implantación de la consolidación fiscal como regla de política, flexibilización del mercado laboral para estimular a la iniciativa privada, y reforma de los sistemas de pensiones para atenuar la presión financiera sobre los gobiernos.
Además, contempla la exigencia de una mayor participación de los países emergentes en el salvamento financiero de las economías desarrolladas, a cambio de un incremento en el poder de voto dentro del FMI; freno al crecimiento de las naciones en vías de desarrollo, para liberar recursos y transferirlos a las economías más influyentes, protección de los derechos de propiedad intelectual y la libre comunicación de ideas y conocimientos.
“Llevamos tres décadas con la aplicación de estas políticas y no se recuperan los ritmos de avance económico, se advierte un deterioro persistente en la distribución del ingreso en contra del factor trabajo a nivel global, y la mayor participación de las utilidades en el ingreso no se ha visto correspondida con un aumento relativo en la inversión”, advirtió Mantey de Anguiano.
Países emergentes
Respecto a las economías en desarrollo, destacó que la globalización productiva y la apertura financiera con desregulación, han tenido altos costos pero, en buena medida, son procesos reversibles.
Las naciones emergentes, dijo, pueden ser los acreedores del FMI y de las potencias económicas en desgracia. Registran niveles de crecimiento más rápidos que las industrializadas y en varios países de ingresos medios existen movimientos muy favorables hacia una mejor distribución del ingreso.
En naciones como Argentina, Chile, Perú y Uruguay se recibirán grandes flujos de capital externo, que darán estabilidad a sus tipos de cambio y les permitirán mantener su crecimiento. Los procesos de integración productiva en el cono sur, además, difundirán los beneficios en esa región, estableció.
En territorios latinoamericanos con menor avance, y menos integradas a esa región, pueden registrarse volatilidad del capital externo y de tipos de cambio, que desalentarían la inversión y dificultarían aún más su crecimiento, agregó.
Respecto a México, subrayó que está expuesto a salidas de capital por las perspectivas de bajo crecimiento, deterioro en la balanza de pagos, por la dependencia de importaciones de alimentos, e inestabilidad política, que puede verse agravada por el año electoral; alta dependencia de la economía norteamericana, y el incierto desenvolvimiento de esta última.