Desolador futuro generacional
En México, los jóvenes de entre 15 y 19 años son el sector de la población con mayores índices de deserción escolar y desempleo. En estas condiciones los derechos sociales, que el Estado debería garantizar, son altamente vulnerados, considera una investigación del Instituto Belisario Domínguez (IBD) del Senado.
La educación y el empleo son las dos opciones que los adolescentes pueden considerar con mayor frecuencia para cubrir sus expectativas y trazar su camino de vida. No obstante, se enfrentan a opciones limitadas e inequitativas, lo que deriva en situaciones de exclusión.
La investigación de la Dirección General de Investigación Estratégica del IBD refiere que el gobierno federal, a través de los años, ha diseñado programas de apoyo para que los jóvenes se inserten el ámbito laboral; entre ellos, el programa de Primer Empleo en 2007, y en marzo de este año, el Programa de Apoyo al Empleo (PAE), con cuatro subprogramas: Bécate, Fomento al Autoempleo, Movilidad Laboral y Repatriados Trabajando.
Sin embargo, “parecen no haber tenido el suficiente impacto en reducir la diferencia en las tasas de desempleo de los jóvenes respecto a los adultos”. Cabe destacar que la tasa de desempleo de los mayores de 20 años es de 3.9 por ciento, mientras que en el grupo de 15 a 19 años alcanza 9.3 por ciento en la población femenina y el 8.3 por ciento en la masculina.
El IBD detalla que aproximadamente 1.6 millones de jóvenes en este rango de edad se encuentran fuera o tienen dificultad para insertarse exitosamente en alguna opción educativa o laboral.
La implementación de políticas de inclusión para los jóvenes implicaría reconocer que en ese grupo de edad existen agudas diferencias, relacionadas con el origen social, que frecuentemente se expresan en las oportunidades educativas y de empleo, explica la investigación.
Estas condiciones exigen al Estado que diseñe y ponga en marcha acciones diferenciadas, que den opciones de inclusión en la sociedad a los jóvenes, en condiciones más favorables para ellos, es decir, más equitativas, propone el IBD.
En una sociedad inclusiva, los jóvenes tienen acceso a mínimos de bienestar y protección acordes con el desarrollo social, es decir, el cumplimiento de los derechos sociales: educación, salud, seguridad social, calidad y espacios de la vivienda y los servicios básicos en esta, así como el acceso a la alimentación.
Por el contrario, en México el grupo de edad de cero a 18 años registró los mayores porcentajes de pobreza durante 2012, con 53.8 por ciento, y de pobreza extrema en 12.1 por ciento de este sector; lo que refleja la negación de los derechos sociales a la población infantil y adolescente, advierte el IBD.
En el primer trimestre de 2015, la población con 15 años y más, es decir, todas las personas que se encontraban en edad de trabajar, ascendía a 87.9 millones de 120.5 millones de mexicanos. Poco más de 52 millones (59.1 por ciento) constituyen la población económicamente activa (PEA); y de ellos, 3.3 millones son jóvenes de 15 a 19 años (6.3 por ciento de la PEA). Éstos últimos, además enfrentan las opciones laborales más precarias, en comparación con las de los mayores de 20 años; y las tasas de informalidad son significativamente más altas, mientras que los ingresos son menores.
El alto porcentaje de informalidad se explica por un crecimiento económico lento, la baja generación de empleos y por un incremento constante de la población que participa en el mercado de trabajo; nuevamente, la población entre 14 y 19 años son los más afectados por la informalidad, que se encuentra sólo por debajo de las personas mayores de 65 años, detalla la investigación del IBD.
Por el otro lado, existen 7.9 millones de jóvenes de entre 15 y 19 años que forman parte de la Población No Económicamente Activa (PNEA), donde se identifican dos grupos: el primero, que agrupa a los no disponibles para trabajar, que son quienes no tienen trabajo, pero no lo buscan y declaran no tener necesidad o interés en ello; y el segundo, los disponibles para trabajar, que no laboran y no ejercen presión sobre el mercado de empleo, pero sí manifiestan interés. En ambos grupos de la PNEA se encuentran jóvenes estudiantes, y esa es la razón de la no disponibilidad para el 81 por ciento de ellos.