El Secretario de Educación Pública, Emilio Chuayffet Chemor, orador oficial en la ceremonia conmemorativa del Centenario de la muerte de Francisco I. Madero y José María Pino Suárez, afirmó: “Al apóstol Madero le rinde hoy homenaje la República; su presidente, Enrique Peña Nieto, quiere como Madero un México en paz, incluyente, próspero y con responsabilidad global, pero transformado por el único proceso de cambio social contundente, el de la educación de calidad para todos”.
Señaló que “no hay revolución política sin revolución educativa, y ambas fueron hechas por Madero. Creó las primeras escuelas rurales de México, comedores escolares que alimentaban dos veces al día a 5 mil 800 infantes, estableció dos escuelas de agricultura en el norte del país, reglamentó las escuelas nocturnas, generó casas para estudiantes, hizo posible la ampliación de la educación superior y el apoyo a la cultura, a la educación indígena y la reforma de los planes de estudio de la Escuela Nacional Preparatoria; auspició el Congreso Nacional de Maestros de Educación Primaria para dotarlos de mejores salarios, condiciones de trabajo y de mayor calidad profesional, y trabajó al lado de los maestros porque sabía que sólo con ellos podía llevar a cabo la reforma educativa.”
Hay en el gobierno de Madero una tarea superior a todas, que destaca sobre las demás: la educación. Sobre ella había escrito en 1908, que era la base de todo progreso y adelanto, recordó Chuayffet Chemor, ante los Presidentes del Senado y la Cámara de Diputados, Ernesto Cordero Arroyo y Francisco Arroyo Vieyra; el Ministro Jorge Mario Pardo Rebolledo, representante de la Suprema Corte de Justicia de la Nación; los miembros del Gabinete del Presidente de la República; y familiares del Presidente Madero.
Destacó que “ningún gobierno anterior le dio a la educación un grado tan eminente; y es que él sabía que el viejo instinto de pedir sangre no estaba vencido, y confiaba en que para aplastarlo la escuela era la única garantía”.
El Secretario de Educación Pública resaltó que rendir hoy homenaje a Francisco I. Madero y a José María Pino Suárez “nos sirve para aprovechar la historia, pero no para quedarnos en ella; nos es útil para escuchar el silencio del pasado y para no renunciar a un impulso adquirido a base de experiencias”.
Añadió que “en Madero había un tinte firme y novedoso: era la voz de los agraviados; era la voz de los que estaban contra un mundo oficial que no coincidía con el mundo real; era la voz del reclamo, la del ajuste de cuentas después de acumulados atropellos; la que demandaba el fin de la dictadura y el tratamiento de todos los males sociales con la misma medicina: la democracia”.
A nombre de la familia del Presidente Madero, participó Enrique Madero Bracho, quien evocó su asesinato y calificó como una atrocidad la traición que derivó en su muerte.
Al término de la ceremonia, el presidente Peña Nieto encabezó una guardia de honor en el monumento a Francisco I. Madero en la Residencia Oficial de Los Pinos, y depositó una ofrenda floral, acompañado por los Presidentes de las Cámaras de Diputados y de Senadores; del Ministro Pardo Rebolledo; del Jefe de Gobierno del Distrito Federal, Miguel Ángel Mancera; el Secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong; el Secretario de la Defensa Nacional, Salvador Cienfuegos Zepeda; el Almirante Vidal Francisco Soberón Sanz, Secretario de Marina, y de Enrique Madero Bracho, Gustavo Madero Muñoz y Lucila Garza Madero, familiares de don Francisco I. Madero.