En México, el abstencionismo en las elecciones federales se ha duplicado. Entre 1994 y 2009 se realizaron tres votaciones presidenciales, en las cuales la inasistencia a las urnas pasó del 23 a 41 por ciento, indicó el Centro de Estudios Sociales y de Opinión Pública (CESOP) de la Cámara de Diputados.
Mencionó que en las elecciones presidenciales disminuye el abstencionismo. Al comparar los promedios de éstas (33 por ciento) y las intermedias (48 por ciento), es posible identificar una diferencia de 15 puntos porcentuales.
A través del documento “Abstencionismo y cultura política en México”, precisó que con un nivel de 41 por ciento, México se encuentra entre las naciones latinoamericanas con mayor abstencionismo, en este grupo está Colombia (56%) y Honduras (47%).
Recordó que en los comicios para renovar la Cámara de Diputados -entre 1994 y 2009- el abstencionismo pasó de 24 a 55 por ciento. En las últimas votaciones para gobernador, en las 32 entidades federativas el promedio de abstencionismo fue de 44 por ciento.
Las entidades con las cifras más altas fueron Baja California, Chihuahua, Quintana Roo y Tamaulipas (con un rango de entre 55 y 58 por ciento). En contraste, las entidades con las cifras más bajas fueron Yucatán, Distrito Federal, Campeche, Tlaxcala y Tabasco (entre 30 y 37 por ciento), agregó.
El CESOP resaltó que la alternancia política ha alentado una mayor participación en las elecciones locales. Entre 2000 y 2011 se registraron trece entidades federativas con alternancia en la gubernatura, de las cuales en nueve se observó una disminución en el porcentaje de abstencionismo. La mayor reducción -por arriba de 9 por ciento- se observó en Baja California Sur y San Luis Potosí.
Mientras que en las entidades sin alternancia un mayor número de estados incrementó su abstencionismo. En este mismo periodo se registraron 19 elecciones locales sin alternancia en la gubernatura. En 14 de ellas se observaron incrementos en sus niveles de abstencionismo. Los mayores aumentos se registraron en Guanajuato (pasó de 34 a 43%), Tamaulipas (de 48 a 55%), Michoacán (de 46 a 51%) y Durango (pasó de 49 a 54%).
Destacó que en América Latina es posible identificar tres modalidades jurídicas del voto, lo cual parece incidir en el nivel de abstencionismo: sufragio facultativo, que se refiere al derecho que tiene el elector, pero sin que exista una obligación (con un promedio de abstencionismo de 32% en las últimas elecciones); el voto obligatorio sin sanción, como el caso de México (con 30% promedio de abstencionismo); y el voto obligatorio con sanción (con 22%).
El CESOP precisó que la autopercepción de eficacia política alienta la participación ciudadana. Esta percepción significa que el individuo conozca o crea que sus acciones impactan en las decisiones de gobierno.
Otros factores coadyuvantes son la confianza en las instituciones, interés en la política, la percepción de que los políticos se interesan por los ciudadanos, la participación en algún partido o sindicato y, en menor medida, en alguna agrupación religiosa.
El abstencionismo, afirmó, se explica por factores institucionales e individuales. La desactualización de la Lista Nominal de Electores; el ciclo electoral (diferenciación entre elecciones intermedias y presidenciales) y la falta de concurrencia de los comicios federales y locales.
Añadió que entre los factores individuales, la pobreza y la marginación no parecen tener mayor influencia. Los factores que explican en mayor medida el abstencionismo son una combinación de escolaridad alta e ingresos medios; mala evaluación del gobierno; desconfianza y escasa representación atribuida a los partidos; el predomino de una visión delegativa de la democracia, que implica dejar a las autoridades toda la responsabilidad de los problemas.
El Centro de Estudios Sociales y de Opinión Pública indicó que en las elecciones de 2009 los mayores niveles de abstencionismo se encontraron entre hombres, jóvenes y habitantes de zonas urbanas.
Se trató, enfatizó, de los electores entre 20 y 39 años de edad y los de más de 80 años; hombres, particularmente en el rango de 20 a 39 años; población urbana de 20 a 39 años y de más de 80 años.