El debate aún vigente entre lo que debiera considerarse ciencia básica y ciencia aplicada es estéril; esa dicotomía no existe. Cuando se hace ciencia de frontera las aplicaciones o derivaciones se dan naturalmente, sostuvo Martín Aluja Schuneman Hofer, recién galardonado con el Premio Nacional de Ciencias y Artes 2013 en la categoría de Tecnología, Innovación y Diseño.
Aluja es ingeniero agrónomo especializado en el manejo de plagas agrícolas y ha estudiado por décadas a la mosca de la fruta. Gracias a sus investigaciones con estos insectos, el mercado del aguacate Hass mexicano se abrió en el 2011 a Estados Unidos, país que por más de 80 años había bloqueado su comercio con el argumento de que estaba infectado por dicha mosca y había el riesgo de que trasladara plagas y enfermedades.
Al concluir sus estudios, Aluja fue repatriado por el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt) pues ya planeaba hacer su vida en Europa cuando llegó la oportunidad de trabajar en el Instituto de Ecología (INECOL) de Veracruz, del que ahora es director, y volvió a México. Esto le permitió involucrarse en el conflicto aguacatero en el 2000, cuando el entonces presidente de la Asociación de Productores, Empacadores y Exportadores de Aguacate de Michoacán lo buscó solicitándole un estudio que demostrara que este tipo de insecto no atacaba el aguacate Hass.
“Para ese entonces yo llevaba cerca de veinte años estudiando los fundamentos de cómo operan estos insectos. El cúmulo de toda esa información me permitió en muy poco tiempo atacar de frente un problema que para mí era bastante simple”, afirmó el también miembro de la Academia Mexicana de Ciencias.
Aluja dirigió la investigación publicada en una de las mejores revistas que había en el campo, el Journal of Economic Entomology, en la que proporcionó las evidencias científicas que abrieron el comercio del aguacate mexicano, propiciando así una derrama económica de miles de millones de dólares que hoy continúa.
Este, afirmó, es un buen ejemplo de cómo el trabajo conjunto entre ciencia, gobierno y empresa pudo resolver un problema y generar beneficios para cada una de las partes.
Por eso, expresó, se siente orgulloso de haber recibido el premio más importante a nivel nacional en ciencias y artes, pues es una forma de retribuirle al Conacyt su apoyo y las becas que le permitieron forjar una sólida carrera científica. No obstante, afirmó, el mérito no es solo suyo, “este premio no es solo mío sino también de mis colaboradores y alumnos porque sin ellos yo no hubiera hecho absolutamente nada”.
Ciencia comprometida con las necesidades del país
El director del INECOL considera que ante la reciente aprobación del incremento al presupuesto destinado a ciencia y tecnología, la comunidad científica debería estar preocupada por ver cómo retribuirá ese dinero a la sociedad, cuyos impuestos financian parte importante de sus investigaciones. “Creo que el Conacyt tiene que empezar a retar a la comunidad científica mexicana a no hacer más de lo mismo, sino atreverse a hacer ciencia de frontera”.
Desgraciadamente, agregó, la escuela que se tiene hoy en México es muy contraria al espíritu emprendedor porque los científicos lo entienden como si estuviéramos trabajando para empresas, eso es absurdo. “Un científico emprendedor es un científico que se atreve a abordar retos complejos”.
Los estudiantes todavía se forman con una idea de hacer lo que quieran porque es su derecho y es la obligación del estado pagarles por eso, sostuvo. “Cuando hablamos de que tenemos que enfrentar problemas reales, la gente se muestra muy reticente porque cree que estás quebrantando su libertad de cátedra e investigación. Ese debate también es estéril porque de ninguna manera se está incidiendo sobre eso. Cada quien tiene la libertad de investigar lo que más le apasione, pero bajo la premisa de que esa investigación va a ser de ciencia de frontera”.
Involucrar a los jóvenes con la ciencia
Tomando como base estas ideas, el galardonado trabaja desde hace cuatro años con escuelas privadas y públicas, incluyendo rurales, invitando a los niños seleccionados a que se involucren con el INECOL en un proyecto de investigación. Su objetivo más próximo es crear un Centro de Reclutamiento de Nuevos Talentos para la Ciencia y la Tecnología dentro de dicho instituto, pero a largo plazo, su idea es que éste se replique en todos los centros públicos de investigación de México así como en las universidades.
“Estoy convencido que en quince años podremos tener una nueva generación de gente emprendedora, innovadora y sobre todo muy comprometida con la ciencia de frontera, con retos de a de veras”.
Por ahora, en el INECOL ya se trabaja en la construcción del Cluster Biomimic, un espacio de 13 mil 500 m2 de infraestructura y tecnológica donde se trabajará en resistencia a plagas y enfermedades en árboles frutales a partir de la demanda de usuarios de la agricultura y del tema ambiental; dentro del cual, 400 m2 se destinarán a los niños reclutados.
De ahora en adelante, toda la demás inversión que se haga en ese espacio tiene que venir de la iniciativa privada, anunció. “Estoy obsesionado en conseguir 30 millones de pesos de la iniciativa privada para generar un fondo patrimonial que pague el sueldo de dos técnicos académicos, los insumos y el equipamiento del lugar. De esa manera podremos imitar el modelo japonés en el cual, el 80% de los recursos proviene del sector privado y el 20% del gobierno”, concluyó.