Algunos de los actores para solucionar el problema de la jubilación de investigadores en el país son: la Secretaría de Hacienda y Crédito Público, la Secretaría de Educación Pública, el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt) y las propias universidades, señaló en entrevista José Franco, presidente de la Academia Mexicana de Ciencias.
Y aunque el Conacyt debe estar involucrado, el astrónomo añadió que “este es un asunto laboral, no de ciencia y tecnología propiamente, y sería un error acorralar o utilizar los fondos del Consejo para este tema, cuya solución tiene que ver con otras instancias”.
Lo anterior lo comentó luego de la presentación que realizó Graciela Bensusán, sobre la encuesta que se realizó a 3 mil 113 miembros del Sistema Nacional de Investigadores mayores de 60 años, en el marco del informe del Foro Consultivo Científico y Tecnológico (FCCyT), realizado el pasado jueves.
Y es que la encuesta reveló, entre otras cosas, que la jubilación de los investigadores no depende de las características demográficas (edad, sexo, lugar de residencia), ni de la institución de adscripción o nivel de pertenencia al SNI.
Por otro lado, “quienes perciben a la jubilación como una liberación de sus cargas académicas tienden a plantear un horizonte de retiro más cercano. Además, el número de horas dedicadas a la investigación está negativamente correlacionado con las preferencias por retirarse, aunque no se concluye una causalidad, ya que es posible que las horas de investigación se ajusten en función de las expectativas de retiro”, dijo.
La encuesta se realizó de octubre de 2012 marzo del 2013, para revisar uno de los problemas más sensibles para la vida académica nacional: la necesidad de pensar las condiciones que coadyuvarían a la jubilación del cuerpo de docentes e investigadores.
Y es que este “no es un problema que recaiga en un sólo actor, con soluciones sencillas, hay varias secretarías involucradas. La jubilación obviamente implica una caída dramática en las percepciones de las personas y esto ha hecho que la gente no se retire, se tienen que generar esquemas mucho más dignos para los académicos para solucionar este problema”, insistió Franco.
El investigador añadió que sin duda una persona con más edad es menos productiva comparada con una persona joven con mucha energía y que “el problema más grave es que al no jubilarse, no se están generando espacios para investigadores jóvenes, es decir, no se están renovando los cuadros y por ende la ciencia que se hace no necesariamente es la más actualizada”.
Franco enfatizó que hasta ahora no hay una propuesta de jubilación unánimemente aceptada “pero es un tema que preocupa a todo mundo, y citó el caso de la UNAM, institución que es un ejemplo que el resto de las instituciones podrían seguir respetando sus propias características”.