México es el país de la OCDE que menos invierte en gasto social, pero es cierto que éste “ha venido creciendo de manera importante”, particularmente en transferencias monetarias, que funcionan como políticas de contención de la pobreza.
Así lo reconoció la secretaria de Desarrollo Social, Rosario Robles Berlanga, al comparecer ante el pleno del Senado de la República para la glosa del segundo informe del presidente Enrique Peña Nieto.
La funcionaria aceptó que se requiere una estrategia que vaya más allá de la contención, y para ello se han sentado las bases para un crecimiento económico a través de las reformas estructurales, las cuales, reconoció, “no dan fruto en el corto plazo”.
Hizo notar que sin crecimiento económico no se puede incidir de manera frontal en la disminución de la pobreza y la desigualdad, aunque consideró que con la reforma fiscal y al no proponer IVA en alimentos y medicinas, el Presidente de la República protegió a 53 millones de mexicanos y permitió que 14 millones no cayeran por debajo de la línea de pobreza, pues se hubiera deteriorado su capacidad adquisitiva.
Pero contradictoriamente, robles Berlanga reconoció que no obstante el incremento de los recursos para combatir la pobreza, “este problema se mantiene igual” y por ello, aseguró, se replanteó el rediseño de los programas sociales, en primer lugar, para romper el mito de que las personas que se encuentran en esta condición sólo pueden vivir de subsidios.
La titular de Sedesol explicó que los cambios a la política social son de fondo y significan un reto y un desafío, pero insistió en que no serán fáciles de instrumentar.
Aceptó que no darán resultados “el día de mañana o pasado mañana”, sino que se trata de una construcción en el mediano y largo plazo, pero “estamos convencidos que al final del sexenio, el legado del presidente Enrique Peña Nieto será menos pobreza y menos desigualdad en el país”.