Luego de que la revista Food and Chemical Toxicology publicara un estudio de Gilles-Eric Seralini y sus colaboradores de las Universidades de Caen (Francia), y Verona (Italia), donde se afirma que ratas alimentadas con maíz genéticamente modificado mueren antes y sufren cáncer y otros trastornos con mayor frecuencia; en todo el mundo se ha desatado una polémica sobre la seguridad de estos granos.
Luis Herrera Estrella, fundador del Laboratorio Nacional de Genómica para la Biodiversidad y miembro de la Academia Mexicana de Ciencias (AMC), explicó que los resultados obtenidos por Seralini deben ser revisados por pares y el experimento debe ser repetido, pues del artículo surgen dudas que obligan a un examen a fondo.
“Él (Seralini) compara dietas que tienen 11 %, 22 % y 33% de maíz transgénico, pero no se hace un control donde se usen las mismas proporciones de un maíz no transgénico. Los controles no son comparables como para decir si a las ratas les está dando cáncer por comer maíz o por comer el maíz transgénico”, señaló el especialista en organismos genéticamente modificados, quien es además investigador del Centro de Investigación y de Estudios Avanzados.
“El otro asunto es que las dosis que usa son muy altas. Que alguien se alimente de 33% de maíz es muy extraño. Además, el efecto de una sustancia tóxica aumenta con la concentración, pero en el experimento no, porque a veces con la dosis más alta tiene menos cáncer que en concentraciones más bajas”.
Ante esta situación Seralini y su grupo señalan que se debe a que, como en el caso de las enfermedades hormonales, muchos de los efectos no son proporcionales a la dosis del tratamiento.
“Eso es muy raro, pero dice que así pasa con las enfermedades hormonales, como si comer maíz genéticamente modificado cause trastornos hormonales”, añadió Herrera Estrella.
Adicionalmente, Seralini reporta que en su trabajo se dio a los roedores no solamente el maíz transgénico, sino también el glifosato (un herbicida), pero el resultado es similar.
El trasgen que tienen los maíces resistentes a glifosato es una enzima que existe en plantas. El glifosato bloquea la síntesis de aminoácidos aromáticos, entonces, cuando la planta es normal el herbicida mata la enzima, dejando a la planta incapaz de producirlos, por lo cual muere.
Lo que el OGM hace es introducir otra copia de esa enzima en la planta pero que es ligeramente distinta, de tal forma que el glifosato ya no la afecta pero lleva a cabo la misma función que la enzima normal.
“Si la modificación genética en el maíz causa cambios sería muy raro que tuvieran las mismas propiedades que el glifosato. A mí me parece muy extraño que tienen los mismos tumores y la misma mortalidad y los mismos trastornos en los animales si usa maíz transgénico solo o con glifosato. Se deberían tener resultados distintos”, precisó el coautor del libro Por un uso responsable de los organismos genéticamente modificados, publicado por el Comité de Biotecnología de la AMC.
“Insisto, para saber si es cierto o no hay que esperar a que grupos independientes hagan experimentos similares y confirmen o refuten los resultados”, sentenció.
Herrera Estrella enfatizó que, contrario a lo afirmado en el estudio, sí existen varias investigaciones a largo plazo en diversos modelos animales sobre el consumo de las semillas modificadas y no se ha encontrado ningún tipo de afección a la salud de animales o el humano.