Además del ruido, algunos antibióticos, como la estreptomicina, frecuentemente utilizada en México para el tratamiento de la tuberculosis, pueden causar sordera en los pacientes, advirtió Graciela Meza Ruiz, del Instituto de Fisiología Celular.
El oído interno, que es el órgano sensorial más sensible que hay en el cuerpo humano, de acuerdo con sus funciones, está compuesto por dos partes: una que participa en la audición y otra que rige el movimiento -la cual permite que nuestros pasos sean firmes y nos da el sentido de dónde se está parado, es decir, dónde es arriba y dónde es abajo; el equilibrio, la postura, la fijación visual-, todo eso lo rige el vestíbulo, explicó la integrante de la Academia Mexicana de Ciencias.
Añadió que es un órgano muy sensible a los daños causados por los agentes que pueden ser físicos o químicos. Entre los primeros se encuentran los sonidos muy fuertes; por ejemplo, un tronido, usar audífonos durante un tiempo prolongado y a un volumen alto, o bien, la exposición constante al ruido en las ciudades, como la ciudad de México, que se clasifica como una de las más ruidosas del mundo al alcanzar niveles de hasta 110 decibeles, cuando el promedio de ruido para no tener daños en la audición es de 62.
Entre los agentes químicos –dijo- hay muchos que dañan al oído, entre estos se encuentran, un grupo de antibióticos de uso muy frecuente en la clínica. Estos fármacos se usan comúnmente para tratar infecciones graves, agudas o crónicas.
Graciela Meza Ruiz precisó que su grupo de investigación se ha enfocado en el estudio de los efectos de los aminoglucósidos que se utilizan en el tratamiento de infecciones agudas.
“Nos interesó este componente porque además de matar a las bacterias, es muy barato y se vende, casi siempre, sin receta en la farmacia. Pero aunque los médicos lo prescriban, muchas veces no se tiene la precaución de atender lo referente a los efectos secundarios y uno de ellos es la sordera”, comentó la ganadora de la Presea Juana de Asbaje 2008, otorgada por la Universidad Nacional Autónoma de México.
Explicó que la investigación contempló en sus inicios los estudios en animales, debido a que el oído es un órgano muy antiguo en la evolución. Lo tienen los moluscos, los peces, las ranas, las aves, los mamíferos, las ballenas, los delfines, porque es importante para la percepción del ambiente, ya sea para depredadores o para presas.
“Posteriormente hicimos estudios en seres humanos. Este órgano es fundamental para nosotros sobre todo para la comunicación y para mantener nuestras funciones fisiológicas (como la marcha y el equilibrio) correctamente. Por lo que al perder el oído o disminuir su sensibilidad, se pierde mucho, comentó la especialista en las funciones vestibulares en vertebrados.
Meza Ruiz comentó que en el curso de sus investigaciones han demostrado que la estreptomicina destruye las células sensoriales de la parte vestibular, pero en ocasiones también actúa sobre las células auditivas destruyéndolas en poco tiempo. Esto se debe a la acción de un metabolito activo de la estreptomicina, la estreptidina, la cual ha sido identificada y aislada por el grupo de la especialista.
Un hallazgo es que la estreptidina actúa sobre la síntesis de proteínas de las mitocondrias (encargadas de administrar energía para función celular). Esto se ha demostrado en pacientes con hipersensibilidad a la estreptomicina, quienes además presentan otro componente sinérgico, que al parecer esta relacionado con grupo étnico al que pertenecen los individuos desde el punto de vista genético.
Aunque la doctora Meza Ruiz ha alertado a los médicos sobre estos efectos del medicamento, no ha habido una respuesta por parte del sistema de salud pública, pues se siguen recetando sin las precauciones debidas. Dijo que existe un tratamiento alternativo para la tuberculosis que no causa daños a la audición, pero reconoció que el costo llega a elevarse hasta 10 veces sobre el de los aminoglicósidos, que suelen ser muy económicos.
Recomendó a los pacientes participar más en el cuidado de su salud auditiva acudiendo regularmente al audiólogo para detectar cualquier alteración. A partir de un audigrama se puede determinar en qué estado se encuentran las funciones auditivas. Otra recomendación es acudir al audiólogo en cuanto se detecten algunos síntomas como mareo, desequilibrio o zumbido agudo.