Mónica de Haro

Si eres de los que acostumbra a tomar un refresco al día, en el aperitivo, con la comida e incluso nada más levantarte, deberías conocer algunas de las cosas que no sólo se dicen, sino que se han demostrado científicamente, de estos elixiris casi 'mágicos' que prometen la felicidad.

La grasa se adosa a tus órganos. Un estudio danés reciente reveló que beber soda de manera regular  conduce a un aumento espectacular de las grasas peligrosas y difíciles de detectar. Los investigadores pidieron a los participantes que bebieran soda, leche, que contiene la misma cantidad de calorías, o cola diet  todos los días durante seis meses.

Los resultados? La masa grasa total es la misma en todos los casos, pero los que tomaron soda experimentaron un aumento espectacular en las grasas nocivas (ocultas en el hígado) y en el colesterol.

Los edulcorantes artificiales y colorantes alimentarios se han relacionado con daños en las células del cerebro y la hiperactividad. Además, la investigación ha demostrado que las personas que beben refrescos de dieta tienen un mayor riesgo de desarrollar diabetes.

Contiene retardantes de llama. Algunas de las marcas de refrescos más populares utilizan aceite vegetal bromado —un tóxico retardante- para mantener el aroma artificial. Un ingrediente peligroso que suele aparecer etiquetado como BVO en refrescos y bebidas isotónicas, y que puede causar síntomas de envenenamiento por bromuro, como lesiones en la piel y pérdida de memoria, así como trastornos nerviosos.

Beber soda te convierte en una rata de laboratorio. Muchas marcas endulzan sus refrescos con jarabe de maíz alto en fructosa, un compuesto genéticamente modificado que desde la década de los 90 forma parte de nuestra cadena alimentaria.

El problema es que no sabemos cuáles serán sus efectos sobre la salud a largo plazo porque las empresas que desarrollaron estos cultivos no tenían que probar la seguridad a largo plazo. La cuestión es que algunos resultados recientes sugieren que los cultivos genéticamente modificados están vinculados a daños en el tracto digestivo, al envejecimiento acelerado e incluso son una causa probable de infertilidad.

Ya sabes, a partir de ahora cuando te pregunten qué quieres para beber, acuérdate de responder: "Sólo agua por favor".