Durante al menos medio siglo, desde que la diabetes mellitus tipo 2 alcanzó una alta prevalencia en México, que hoy afecta a más de 11 millones de habitantes, en varias zonas rurales del país personas con esta enfermedad controlan sus niveles de glucosa con té de guarumbo (Cecropia obtusifolia Bertol), un árbol de grandes hojas extendidas que crece hasta 20 metros de altura en regiones cálidas de Hidalgo, Puebla, Jalisco, San Luis Potosí, Veracruz, Guerrero, Oaxaca y Yucatán.

A partir del conocimiento empírico aplicado por comunidades nahuas, chinantecas y mayas, Adolfo Andrade Cetto, profesor e investigador de la Facultad de Ciencias (FC) de la UNAM, ha indagado por 20 años en modelos experimentales la eficiencia de la infusión y su mecanismo de acción, para desarrollar un fitofármaco avalado científicamente.

Biólogo egresado de la UNAM y doctor en ciencias en programa mixto por esta casa de estudios y el Instituto de Farmacia de la Universidad de Bonn, Alemania, Andrade Cetto es especialista en etnofarmacología, una rama de la etnobiología que estudia las propiedades de las plantas medicinales y genera nuevos medicamentos a partir de ellas, con respeto al conocimiento tradicional y aportes de rigor científico.

“El té de hojas de guarumbo tiene un efecto hipoglucemiante similar al del fármaco metformina, utilizado en los tratamientos convencionales para controlar los niveles de glucosa en pacientes con diabetes tipo 2”, señaló el especialista.

Sistema de apagado

Esta última ocurre por una combinación de resistencia a la insulina, en células musculares, adiposas y hepáticas, y por la descompensación en la producción de esa hormona.

“Es una doble fase: la resistencia y la descompensación. La primera se compensa al principio por la excesiva producción de insulina por el páncreas, pero si ésta falla, se tiene un paciente diabético”, dijo.

Los seres vivos necesitan glucosa todo el tiempo, pues está involucrada en procesos básicos como la respiración, el movimiento y el pensamiento. Tenemos dos vías para obtenerla: los alimentos y el hígado, que provee de esa sustancia a las células en los periodos en que no ingerimos alimentos, por ello tenemos un almacenamiento de “glucosa” hepática, explicó.

“La comida que no es quemada inmediatamente se almacena como glucógeno, si el cuerpo está en ayuno el hígado aporta glucosa por dos vías principales, rompe esa molécula o forma glucosa por un proceso llamado gluconeogénesis; ello nos permite estar vivos mientras dormimos, respiramos, el corazón late y se llevan a cabo distintas funciones metabólicas”, detalló.

En pacientes la producción de glucosa se altera porque hay una falta de señalización de la insulina. Si esta última está presente, apaga ese funcionamiento del hígado, es como si le dijera que ya no produzca aquélla, ejemplificó.

La insulina es el mecanismo de apagado (switch off), pero en el diabético está alterado y el hígado continúa con la aportación de glucosa. “En un paciente, durante el sueño el hígado puede aportar hasta 35 gramos, lo que eleva significativamente la cantidad de esa sustancia. Los daños crónicos de la afección (retinopatía, nefropatía y neuropatía, entre otros) están dados principalmente por el exceso de glucosa”, explicó.

Con dos principios activos del guarumbo (identificados por Andrade Cetto durante su doctorado en Alemania), se realiza el apagado para que el hígado deje de sobreproducir la glucosa. “La planta hace el switch off, pues bloquea enzimas de salida”.

Si se produce de novo en ese órgano, por medio de varios pasos, al final está fosforilada; para que sea transportada por vesículas hacia el exterior hay que quitarle el fósforo. La planta inhibe la función de una enzima que precisamente lo remueve y la glucosa se queda en el hígado, ya no puede salir, acotó

El universitario reveló que, tradicionalmente, el té de guarumbo se ingiere como agua de uso, no con comida. Ello coincide con la inhibición de la gluconeogénesis (síntesis de glucosa en el hígado), pues debe frenarse en el día, en el momento que no se consumen alimentos. “En este caso, la observación popular sí tiene una explicación farmacéutica”, comentó.

Experimentos

Andrade Cetto se interesó por el guarumbo porque se lo mencionaron en comunidades rurales y en mercados para controlar la enfermedad. “En el doctorado en Alemania decidí analizar la planta, identifiqué los dos principios activos más abundantes, los aislé, se comprobó que no tenían toxicidad y se diseñó el estudio con pacientes”.

En la primera etapa de su trabajo de laboratorio, llevó a cabo experimentos en ratas diabéticas para ver el efecto hipoglucemiante. “Se les da un extracto acuoso de la hoja, semejante a un té medicinal; también hacemos extracciones hidroalcohólicas, una vez secos estos extractos, se los administramos por cánula esofágica. El resultado es que baja su nivel de glucosa”, indicó.

Hace ocho años, el investigador estableció una colaboración con Cristina Revilla Monsalve, del Centro Médico Siglo XXI del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), para realizar un protocolo con pacientes humanos.

“Colaboramos con médicos del IMSS, que proporcionaron a ocho pacientes con diabetes tipo 2 el té que hice con una preparación tradicional, y con control químico de su calidad. Lo tomaron durante 66 semanas, pues el mecanismo de acción tiene un efecto a largo plazo, y también se controlaron los niveles de glucosa”.

Antes, se realizaron análisis de cromatografía líquida para controlar la cantidad y calidad de los principios activos.

En la parte química de la investigación, Andrade Cetto cuenta con la colaboración de Helmut Wiedenfeld, de la Universidad de Bonn, Alemania. Mientras que la deducción del mecanismo de acción y su comprobación se llevó a cabo en la FC, con la colaboración de René Cárdenas.

Busca financiamiento

Una vez publicados sus resultados científicos sobre cómo funcionan los dos principios activos de la planta para controlar la glucosa, Andrade Cetto busca financiamiento para patentar un novedoso método de extracción y de acción de la planta.

“Ya tenemos la forma de extracción, pero no estamos en trámite de patente porque hace falta dinero. Ese proceso permitiría que la UNAM sea la propietaria de toda la investigación”, precisó.

El científico explicó que en varios mercados se venden hojas de guarumbo para hacer té, pero no hay garantía de la calidad, pues se desconoce la cantidad de los principios activos y su eficiencia. “Para hacer un puente entre el consumo tradicional de la herbolaria y la etnofarmacología, tenemos que sentar las bases científicas, proporcionarlas a la ciencia médica y evitar la automedicación. En México hay que entender que las plantas no son inocuas e incluso varias son tóxicas”, finalizó.