El pescado azul y el aceite de oliva contienen ácidos grasos insaturados que favorecen la eliminación del exceso de colesterol en la sangre.
Pero no está tan claro que haya que cocinar todo con aceite de oliva, pues si bien es verdad que las grasas poliinsaturadas (aceites de maíz, girasol, soja...) reducen tanto el colesterol "malo" (LDL) como el "bueno" (HDL, que ayuda a expulsar el malo del organismo) y que, en cambio, las grasas monoinsaturadas (aceite de oliva o cacahuete) reducen sólo el colesterol "malo", manteniendo las tasas del "bueno", esto no quiere decir que haya que desterrar el aceite de girasol de la dieta, puesto que las grasas poliinsaturadas intervienen en múltiples funciones orgánicas, desde el crecimiento y el desarrollo a la producción de sustancias que regula la presión sanguínea.
¿Conclusión? Cocinarlo todo con nuestro maravilloso aceite de oliva... y echar un poquito de aceite de girasol u otro aceite poliinsaturado en la ensalada.