Nuestro conocimiento sobre el cáncer de pulmón ha aumentado exponencialmente en los últimos años. Hasta hace poco tiempo se le clasificaba solo como cáncer de pulmón de células pequeñas y de células no pequeñas, pero ahora ya se cuenta con una extensa clasificación de tumores de acuerdo con el tipo de alteraciones genéticas que les dan origen. Hoy en día, se está en posibilidades de saber si se trata de mutaciones puntuales, que ocurren en un solo gen, o si se dan en diferentes genes, indicó Óscar Arrieta Rodríguez, investigador del Instituto Nacional de Cancerología (INCAN).
De ahí que la caracterización de ciertas regiones del ADN, o genotipificación, de las células cancerosas cobre cada vez mayor importancia para la implementación de un tratamiento personalizado, pues su seguimiento y pronóstico – que genere una mejor respuesta en el paciente y le sea lo menos tóxico posible- depende de detección de la presencia/ausencia de ciertas mutaciones.
El responsable desde hace ocho años del Laboratorio de Oncología Experimental de dicho instituto agregó que antes a todos los pacientes se les daba quimioterapia, pero ahora se pueden hacer subgrupos en función de lo que es más adecuado para cada uno. Con esto la posibilidad de respuesta de los pacientes son abismales. En la actualidad podemos detectar quién tendrá un mayor beneficio de cierto tratamiento y qué paciente no se beneficiará.
El cáncer de pulmón de células no pequeñas representa aproximadamente el 75% de todos los tumores pulmonares y los genes más comúnmente mutados en esta masa anormal del tejido, o neoplasia, son el EGFR, el DRAS y el ALK. El doctor Arrieta ha contribuido al describir la frecuencia e impacto clínico de estas mutaciones en adenocarcinoma de pulmón en distintas partes de Latinoamérica, con particular interés en pacientes con factores de riesgo importes para nuestro país, como es la exposición crónica a humo de leña.
Sus aportaciones a un mayor entendimiento de este problema de salud pública y su tratamiento le valieron el Premio de Investigación 2013 en el área de ciencias naturales que otorga la Academia Mexicana de Ciencias.
Había –afirmó- una carencia enorme de información de la frecuencia de mutaciones en la población latinoamericana, se sabía, por ejemplo, que en pacientes europeos y norteamericanos la mutación de EGFR tiene una frecuencia del 15%, en pacientes asiáticos del 40% y en pacientes afroamericanos entre el 2% y el 14%.
En los estudios en los que Arrieta ha participado, se ha encontrado que la frecuencia de esta mutación en la población de América Latina es relativamente más alta que en las regiones antes descritas. En Argentina la frecuencia es del 14%, en Colombia del 25%, en México del 34% y en Perú del 67%.
Las cifras dejan ver que en Latinoamérica la frecuencia es muy heterogénea y sugieren una posible susceptibilidad genética presente en estas poblaciones aunque también hay otros factores involucrados como la exposición al humo de leña, como sucede en nuestro país, y la tuberculosis.
En el caso de la mutación KRAS, se sabía que la frecuencia es del 30 % en la población caucásica y del 10% en la del medio asiático. Arrieta ayudó a determinar que la frecuencia en la región latinoamericana es alrededor del 7 %.
En el INCAN, el investigador ha participado en el desarrollo, por primera vez en Latinoamérica, de la genotipificación de neoplasias mediante una técnica citogenética de marcaje de cromosomas y la secuenciación en tiempo real de ciertas regiones del material genético para su empleo en tratamientos personalizados en pacientes con adenocarcinoma de pulmón.
Sus resultados de investigación le han servido para diseñar nuevos esquemas de tratamiento, determinar marcadores predictivos y pronósticos para este tipo de neoplasia. Esto ha permitido aumentar la media de sobrevida de los pacientes de 8-10 meses a 22 meses en estadios avanzados.
Falta de datos
Arrieta Rodríguez considera que la investigación en México se encuentra muy limitada. En primer lugar, hace falta recopilar datos propios sobre la frecuencia de las alteraciones genéticas y los diferentes padecimientos a los que dan origen, qué perfil tienen los pacientes, lo cual facilitaría la búsqueda de nuevos blancos terapéuticos.
En México hay un subregistro de las muertes por cáncer de pulmón, “no tenemos datos epidemiológicos confiables”, aseguró. “Hay intentos que se han hecho de registro de patologías de neoplasias que arrojan alrededor de seis mil casos al año, pero si se le compara con los datos de otros países, la cifra no cuadra. En Estados Unidos, por ejemplo, se tienen 159 mil casos al año”.
En gran medida esto se debe a que no se diagnostica adecuadamente a los pacientes y fallecen con un diagnóstico de neumonía o tuberculosis, “muchas veces no se les hace la biopsia o ésta no se envía a los centros de atención adecuados”.
En Japón, el 40% de los casos se detectan a edades tempranas, son pacientes que tienen un tumor pequeño que se puede retirar; en Estados Unidos es el 20% y aquí, en el INCAN solo el 1.2% de los pacientes atendidos se encuentran en una etapa temprana, el resto tiene una enfermedad locamente avanzada o metastásica, lo cual implica un pobre pronóstico de sobrevivencia, lamentó.