El cerebro está formado por neuronas que se relacionan en sitios muy específicos. Y el sitio donde se conectan dos neuronas o una neurona con algún otro blanco, como por ejemplo el músculo, es conocido como sinapsis. Ahí se liberan los neurotransmisores (moléculas que transmiten información de una neurona a otra) como la serotonina, y una de las funciones más importantes de esta sustancia es modular los estados de ánimo.
La liberación de serotonina es el tema principal de las investigaciones de la bióloga y doctora en Ciencias Biomédicas, Citlali Trueta Segovia, ganadora en 2012 de la Beca L’Oréal-UNESCO-AMC, en el área de Ciencias Naturales, quien e trabaja en el Departamento de Neurofisiología, en la División de Investigaciones en Neurociencias del Instituto Nacional de Psiquiatría Ramón de la Fuente Muñiz.
“Un tenista que ve venir una pelota a 300 kilómetros por hora tiene un par de segundos para pensar dónde tiene que poner la raqueta, colocarla exactamente allí y poner la fuerza y la velocidad correcta para lanzarla al otro lado de la cancha. Estos son cálculos muy rápidos y ocurren en la sinapsis”, explicó la investigadora galardonada en entrevista para la Academia Mexicana de Ciencias (AMC).
Citlali Trueta dijo sin embargo, que no todo nuestro sistema nervioso funciona así. Por ejemplo, “un día te levantas, te peleas con tu novio y te sientes mal. Y aunque estés súper entrenada como tenista para pegarle a la pelota de manera correcta, ese día no das y la sacas de la cancha, porque en ese momento tu sistema nervioso está funcionando de otra manera, porque tenemos emociones que nos hacen que esas sinapsis funcionen de manera diferente. A esto se le llama modulación de estados de ánimo”.
La serotonina está muy involucrada en la modulación de los estados de ánimo. Por ejemplo, cuando una persona está deprimida sus niveles de serotonina están bajos. De hecho, el tratamiento farmacológico para la depresión son los antidepresivos, que “son justamente inhibidores de unas proteínas que recapturan la serotonina dentro de las neuronas; es decir, hacen que la serotonina se quede en el fluido extracelular por más tiempo y pueda actuar más”, sostuvo.
Se sabe que la serotonina se libera tanto en terminales sinápticas como en sitios extra sinápticos –por ejemplo, el soma que es el cuerpo de la neurona, o el axón que es la prolongación de las neuronas especializadas en conducir el impulso nervioso desde el soma hacia otra célula¬. En términos generales, la pregunta que guía el trabajo de la investigadora es “cómo se regula de manera diferente la liberación sináptica y extra sináptica de serotonina”.
Para estudiar la liberación sináptica “lo que hacemos es formar una sinapsis entre dos neuronas que identificamos y la formamos en un plato de cultivo”, y el procedimiento se lleva a cabo con sanguijuelas. Los cultivos para estudiar la función sináptica se empezaron a hacer a finales de los años 70. El biólogo suizo John Nicholls inició el estudio de la anatomía funcional del sistema nervioso de la sanguijuela.
“La sanguijuela tiene un sistema nervioso muy bonito. En lugar de tener un cerebro como tenemos nosotros o todos los vertebrados, tiene una cadena de muchos ‘cerebritos’ que llamamos ganglios. Las sanguijuelas son animales segmentados como las lombrices, donde cada segmento se controla de manera más o menos independiente. Cada segmento tiene su ‘cerebrito’. Y son ‘cerebritos’ pequeños que tienen alrededor de 400 neuronas cada uno que si lo comparas con el billón de neuronas que tenemos los humanos es muy poquito”, explicó la científica.
Además, otra de las ventajas que tiene este sistema, dijo, es que tiene neuronas enormes, lo cual facilita los estudios en cultivo. “Las neuronas humanas miden como diez micras, las de las sanguijuelas miden hasta 100 micras, son diez veces más grandes. Y cada tipo de neurona está siempre en el mismo lugar. Si se ve el ganglio y se le conoce se sabe que es una neurona de tal o cual tipo. La mayoría de estas neuronas han sido identificadas por su forma, su localización y, en muchos casos, se sabe la función que tienen”.
Sobre el aporte de su trabajo, Citlali Trueta expresó que la ciencia básica no se debe juzgar por un beneficio inmediato, sino que los conocimientos que va a aportar eventualmente serán útiles. “Si entendemos cómo se regula la liberación de serotonina podríamos eventualmente encontrar tratamientos para trastornos psiquiátricos como la depresión; la esquizofrenia; trastornos alimenticios como anorexia o bulimia; por ejemplo la conducta sexual; nuestra conducta social en general está determinada por la serotonina, y esto va desde la depresión hasta las conductas agresivas.
Citlali Trueta Segovia tiene padres académicos, su madre es física y su padre veterinario, y considera que eso en algo ayudó a cultivar el amor por la ciencia, sin embargo, expresó: “no me sentí nunca influida, más bien siempre me dejaron hacer lo que yo quería”. Lo que era claro, dijo, es que tenía que hacer una carrera universitaria. “Estudié biología porque tuve una maestra muy buena en la prepa, y definitivamente, por eso decidí esa carrera”.
De cuál fue la motivación que la hizo optar por la investigación como carrera profesional, sostuvo que “en la biología muchas veces enseñan las cosas como ya se conocen, pero no necesariamente la manera en cómo se llegó a conocerlas; es decir, se ve una célula y te dicen que tiene un núcleo pero ¿cómo fue que se llegó a saber eso? Creo que eso fue lo que me hizo decidirme”.
Siempre interesada en la biología celular, la bioquímica y la fisiología, en cómo funcionan los seres vivos, Trueta Segovia dijo que muy pronto comprendió que quería ser bióloga de laboratorio porque no le gustaban las prácticas de campo. Igualmente supo que le gustaba la danza, practicó ballet desde los 13 años hasta casi la mitad de tiempo de sus estudios de doctorado; también es madre de Jordi, un niño de seis años de edad. Ahora gracias a la calidad de su trabajo de investigación se ha hecho merecedora de la Beca L’Oréal-UNESCO-AMC, que recibirá el próximo lunes 8 de abril en el Museo Nacional de Antropología.