La sandía es un fruto originario de los países del África tropical y se cultiva en la ribera del río Nilo desde hace siglos. De esa zona se extendió a numerosas regiones bañadas por el mar Mediterráneo. Fueron los pobladores europeos quienes se encargaron de llevarla hasta América, donde su cultivo se expandió a lo largo de todo el continente. Es así, que a través del tiempo se convirtió en una de las frutas más extendidas por el mundo.
Esta fruta tropical posee múltiples propiedades; es un excelente antioxidante, además de ser una fuente importante de vitaminas A, B6 y C. Sin embargo, es muy probable que cuando pienses en lo sano que este fruto es, no repares jamás en sus semillas, que por lo general terminan en el bote de la basura pues solo aprovechamos la dulce y jugosa pulpa. En los países asiáticos y del Medio Oriente, las semillas de sandía se juntan y se asan para comerse como botana; en Nigeria se utilizan en ciertas sopas.
Estas semillas tienen su propia composición nutricional y están llenas de propiedades beneficiosas para nuestra salud; entre otras cosas, pueden desintoxicar y depurar nuestro organismo.
Contienen vitaminas A, B, C, magnesio, hierro, manganeso, calcio, antioxidantes, grasas poliinsaturadas y monoinsaturadas. Estos componentes se encargan de la buena salud del corazón y controlan la presión arterial.
Las semillas de sandía tienen propiedades diuréticas naturales que se encargan de ayudar a que el cuerpo mantenga los niveles de líquido saludables, depuran el organismo, eliminan toxinas acumuladas y optimizan el funcionamiento de los riñones, para que estos puedan así eliminar esos materiales que con el tiempo pueden formar cálculos o piedras.
Son ricas en proteínas, una taza de semillas secas contiene 30.6 gramos, que equivale al 61% del valor diario recomendado. Estas proteínas contiene varios aminoácidos, entre los que se encuentra la arginina, encargada de regular la presión arterial, propiedad muy útil en tratamientos de enfermedades coronarias.
Al tener un alto contenido de fibra, las semillas de sandía poseen propiedades laxantes naturales, ayudando así a estimular la motilidad intestinal y reducir los problemas de estreñimiento. Sepáralas y prepara una infusión con ellas.
Aunque estas semillas tienen un nivel de calorías bajo, son muy energéticas; por lo mismo, son adecuadas cuando nos levantamos cansadas, o bien, si estamos convalecientes o débiles.
Algo que debes tener en cuenta: si no se mastican o rompen antes de ingerirse, las semillas de sandía pasarán a través del tracto digestivo sin ser procesadas, teniendo como consecuencia que tu cuerpo no absorberá sus propiedades. Si quieres aprovechar estas últimas, júntalas e incorpóralas a tu dieta diaria, ya sea en jugos, licuados, ensaladas, sopas, etc.