En la literatura científica existen trabajos que establecen que, ante un infarto al miocardio, las mujeres tienen un peor pronóstico, es decir, más complicaciones y mayor mortalidad. No obstante, una investigación encabezada por Marco Antonio Peña Duque, profesor de la Facultad de Medicina (FM) de la UNAM, y jefe del Servicio de Hemodinámica del Instituto Nacional de Cardiología (INC) Ignacio Chávez, demuestra que si se brindan las mismas oportunidades de tratamiento, los resultados son muy parecidos en ambos géneros.
En el estudio, que será presentado como trabajo de ingreso a la Academia Nacional de Medicina de México (ANMM), de la que es académico numerario en el área de Cardiología del Departamento de Medicina, se establece que ser mujer no es un factor para que a un paciente infartado le vaya “peor”.
“Nuestra inquietud fue analizar la población del INC. Encontramos que si bien hay cierta tendencia a una mayor mortalidad entre ellas, no fue significativamente importante”.
En la muestra se hizo un seguimiento a mediano y largo plazos. Ahí, llamó la atención del científico que en ésta y otras investigaciones siempre hay mayor representación masculina. “No sabemos por qué llegan menos las mujeres a los hospitales”.
La cardiopatía isquémica, donde se obstruye el riego arterial al músculo cardiaco es más frecuente en el sector masculino en ciertos grupos de edad. Pero si la mujer termina su etapa fértil, el riesgo de sufrirla es muy similar en ambos sexos.
A ellas también les dan infartos y pueden morir súbitamente; esto se ve con más frecuencia en la actualidad, porque afrontan factores como sobrepeso, dislipidemia, diabetes, hipertensión o tabaquismo.
La atención, aclaró Peña Duque, no varía por cuestión de género en el INC. A cualquier paciente, por medio de métodos de cateterismo cardiaco, se le recanaliza la arteria ocluida, que provoca el infarto, y se le implanta una prótesis (Stents) para permitir el flujo sanguíneo al terreno miocárdico.
Los factores de riesgo que sí son muy importantes, abundó, son la edad, pues los pacientes mayores de 75 años constituyen un grupo de alta susceptibilidad, al igual que los diabéticos. Esto es fundamental no sólo en la presencia de la enfermedad, sino en los resultados después de la intervención de angioplastia coronaria. De hecho, precisó, el 30 por ciento de los pacientes con cardiopatía isquémica en ese instituto son diabéticos.
Lo mismo ocurre con la dislipidemia o aumento de colesterol, que influye y que, de continuar, podría provocar nuevas intervenciones en otros segmentos arteriales.
La prevención de nuevos eventos coronarios, expuso el profesor universitario, se relaciona con una dieta sana, control del colesterol, uso de medicamentos y cambio en el estilo de vida, como evitar sedentarismo y tabaquismo.
Al respecto, opinó que en la población en general las acciones preventivas deben comenzar en la niñez. “México ocupa uno de los primeros lugares de obesidad infantil en el mundo; debemos cambiar los hábitos alimenticios y promover el ejercicio físico”.
Otros factores aún no se pueden controlar, como la predisposición genética, aclaró Marco Antonio Peña.
Ingreso a la ANM
El también miembro del Sistema Nacional de Investigadores sabía, desde la infancia, que quería ser médico, como su padre. “Él fue mi mejor maestro. Seguí la tradición familiar y ahora mi hijo también estudia la carrera”.
También, desde muy joven “supe que iba a ser cardiólogo. Las enfermedades del corazón me llamaron la atención desde el primer año de la carrera, e hice todo para lograr esa meta”. Por ejemplo, realizó el servicio social en el Instituto Nacional de Nutrición, en el Departamento de Cardiología, y como pasante, comenzó a tener contacto con enfermos de esa área, con problemas de válvulas e hipertensión arterial.
Empezó a familiarizarse con métodos de diagnóstico no invasivos, como el ecocardiograma o las pruebas de esfuerzo. Luego, inició la práctica del cateterismo cardiaco. Desde ahí, también inició su gusto por la hemodinámica, que ha sufrido una transformación radical: de convertirse en técnica diagnóstica a intervencionista.
Las enfermedades cardiovasculares son la principal causa de muerte en México, recordó Duque. Una de ellas es la cardiopatía isquémica, donde por un proceso de ateroesclerosis se obstruyen las arterias coronarias. Un método para liberar el bloqueo es la angioplastia coronaria o inserción de prótesis llamadas Stents. “Ésta es mi actividad primordial”.
Lo mismo ser académico numerario. “Desde que era un estudiante veía a los miembros de la Academia, como algunos de mis maestros, y quería ser como ellos. Para mí era una motivación ingresar y ahora que fui aceptado lo considero un logro, pero también una gran responsabilidad”.
Estar rodeado de especialistas destacados en la Academia es reanimante; hay que llevar ese nombramiento con gran esfuerzo y responsabilidad en todos los aspectos de la vida, incluso personal. “Estoy más motivado ahora que antes de mi ingreso”, finalizó Marco Antonio Peña.