*“La paz es fruto de la justicia”, dice el presidente López Obrador

Eso lo dice también Gaudium et Spes desde hace 50 años, uno de los documentos del Concilio Vaticano II, de donde abreva la teología de la liberación: Paz no es ausencia de guerra, paz es obra de la justicia, paz y justicia se besan.

Creo que no hay paz y por eso se necesitan estas reformas. Y si no hay paz y no hay justicia, no hay cuarta transformación.

Eso lo dice el propio presidente en su libro La salida: “Sostengo que, sin atender con eficacia la demanda de que haya tranquilidad, resultaría ociosa cualquier nueva propuesta de nación”.

Este país moderno y su República no nació de un golpe militar ni de las botas de unos soldados, nació de una deliberación parlamentaria, del Congreso Constituyente de 1857, que nuestra Constitución del 17 sólo la reforma. Hay que ver el título de la Constitución del 17, dice que reforma a la del 57.

Y Benito Juárez y Melchor Ocampo y Ponciano Arriaga, todos los liberales que se han esgrimido una y otra vez querían un poder militar sometido al poder civil, no querían fueros militares como los que proponía Antonio López de Santa Anna o como los que ejercía el dictador Santa Anna; quería una República civil, no a los fueros militares ni a los fueros eclesiásticos, decía Benito Juárez.

Y hoy la minuta que se nos presenta traiciona la memoria de Benito Juárez, que quería una Guardia Nacional y un Ejército sin vicios. Y eso era lo que quería el presidente, aquí dice: “Crear una Guardia Nacional con apoyo de 220 mil soldados y 30 mil marinos, que en la actualidad permanecen organizados bajo mandos oficiales del Ejército y la Marina.

El señor Pérez Dayán, el ministro Pérez Dayán dice que no está autorizado a cortar hojas de la Constitución. Pues yo sí estoy autorizado a cortar hojas de lo que dijo López Obrador.

Ni siquiera Maximiliano, ni siquiera el Estatuto Provisional del Imperio de Maximiliano se atrevió a darle poder absoluto a los militares, dice que respetará y auxiliará a la autoridad civil el Estatuto Imperial de Maximiliano en el artículo 48.

Es lo que quería Benito Juárez, un poder del ciudadano, no un poder del emperador y por eso ordenó su muerte.

Y no queremos un poder unipersonal, queremos un poder militar sometido a lo civil, como ha dicho en reiteradas ocasiones la Suprema Corte de Justicia de la Nación.

Yo en la Comisión lo cité, y sabe perfectamente que no miento la ministra, a la que respeto muchísimo sus opiniones jurídicas, Olga Sánchez Cordero, porque ella firmó la jurisprudencia que resuelve la acción de inconstitucionalidad promovida por Leonel Godoy y 160 Diputados de la izquierda, donde dice que sí autoriza el uso de las Fuerzas Armadas, pero no por sí y ante sí, a solicitud expresa y motivada de las autoridades civiles, y que se encuentran subordinados, y que el orden jurídico no sea vulnerado.

Y también así se resolvió en el expediente varios 912 del 2010 para dar cumplimiento el caso Radilla Pacheco, que es precisamente acotar y limitar el poder de la jurisdicción militar.

Es decir, y ahí dice en el caso, y a este caso se van a tener que enfrentar, que la intervención de la jurisdicción militar, al menos en justicia penal, debe ser mínima y con garantías al ciudadano, y que la interpretación jurisdiccional y legislativa, dice el caso Radillo Pacheco en la Corte Interamericana en Costa Rica, condenó a México.

Dice con toda claridad que los criterios de la competencia militar deben ser especiales, restrictivos, excepcionales y vinculados estrictamente a lo militar. Lo que decía la Constitución del 57.