En la industria aeroespacial, México puede ser un jugador importante a nivel internacional si se impulsa la investigación científica entre los jóvenes, pues hay talento, afirmó el astronauta español de la Agencia Espacial Europea (ESA), Pablo Álvarez Fernández.

Con el propósito de inspirar a niñas, niños, jóvenes y estudiantes mexicanos a seguir vocaciones científicas y lograr una carrera aeroespacial, visitó el Instituto de Ciencias Nucleares (ICN) de la UNAM, en donde indicó:

En el mundo espacial hay varios países de habla hispana que son potencias emergentes, pero se requiere más divulgación de la ciencia y de lo que se hace en la carrera espacial.

“Es necesario hacer más ciencia en español, aumentar la difusión de temas científicos y participar en la exploración del espacio, una búsqueda en donde participan personas de todas las nacionalidades, pues para lograr una misión se requiere la participación de muchos países y recursos económicos, ninguna nación puede lograr una hazaña así por sí misma, pues el entorno del espacio es hostil y complejo”, señaló.

Invitado por Gustavo Medina Tanco, investigador del ICN, creador y actual jefe del Laboratorio de Instrumentación Espacial LINX (que tiene entre sus trabajos la misión COLMENA para llevar microrobots autónomos a la Luna, a fin de realizar exploración y minería espacial), se mostró sorprendido por los desarrollos tecnológicos de este grupo universitario en donde los jóvenes participan en proyectos espaciales de alto impacto en ingeniería y ciencias básicas y aplicadas, en los que es importante el nexo entre academia e industria.

“Para ser astronauta se necesitan conocimientos de astronomía, medicina, ciencia de los materiales, ingeniería, psicología y factores humanos, biología, meteorología y muchas cosas más. Los conocimientos deben ser amplios y en varias disciplinas”, manifestó en conferencia.

Otras características básicas son la disciplina personal, buena salud física y mental, entrenamiento físico constante y mente abierta a otros idiomas y culturas, pues es frecuente la convivencia con personas de diversos orígenes, así como los viajes por países.

Fascinación por el espacio

El sueño de ser astronauta y llegar al espacio exterior era para Álvarez Fernández (nacido en León, España, en 1988) un anhelo compartido con infantes de su edad. La diferencia fue el tesón, estudio, entusiasmo permanente y disciplina enfocada en la ingeniería aeroespacial, su actual especialidad.

“Desde niño me fascinó el espacio. Quería convertirme en una persona que pisara la Luna, hazaña que entonces solamente habían logrado 12 personas, lo que me pareció muy poco. Desde entonces crecí y nunca dejé de soñar con ser astronauta”, reveló el joven de 35 años, quien durante 14 ha trabajado para conseguir las oportunidades que hoy tiene: viajar a partir de 2026 a la Estación Espacial Internacional para permanecer seis meses en ella, y participar en una misión tripulada a la Luna con las misiones Artemis de la NASA.

Hace tres años llenó una solicitud de la ESA para ser parte de la carrera espacial, convocatoria a la cual se presentaron 4 mil personas para obtener alguna de las cuatro o seis plazas de astronauta. “Era un tren que pasaba una sola vez en la vida, había que ir con todo y aprovecharlo”, externó.

Lograr que el idioma español esté entre las lenguas que se hablan dentro de la carrera espacial es un logro satisfactorio, aunque aún falta mucho para que hombres y mujeres de origen hispano participen en esta aventura. “Actualmente tengo un compañero de Puerto Rico y otro de El Salvador, pero falta impulsar más vocaciones iberoamericanas. Existe el talento, debemos estar convencidos de ello y competir para lograr una mayor presencia”, consideró.

En su trabajo, Álvarez Fernández participará en el desarrollo de entre 200 y 250 experimentos en el espacio. “Lo que más me gustaría es que con alguno de ellos encontráramos la pieza que falta para lograr la cura de alguna enfermedad que tenga impacto en la Tierra”.

Respecto al avance del turismo espacial, lo consideró interesante porque se relaciona con el progreso de tecnología, lo que permitirá en el futuro abaratar costos de los equipos y proyectos espaciales más sustentables.

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