By Paula Bertolini

La crisis sanitaria de Covid-19 obligó a que se viva el futuro en el presente, adelantó lo que todo el mundo esperaba que iba a ser gradual: la migración a utilizar intensivamente las telecomunicaciones y las tecnologías.

Y hasta ahora el sector acompañó muy bien las intensas subidas de tráfico que se avecinaron por los cambios que produjo el confinamiento. Pero esto no es suficiente, ya que ahora el problema es de cobertura geográfica y penetración.

En la nueva normalidad, con el distanciamiento social, mucha tinta se está derramando en cómo van a ser los nuevos lugares de trabajo, los nuevos espacios educativos o los medios remotos de consulta médica. Pero se debe tener como prioridad el avance hacia los hogares no conectados de la región.

En diálogo con DPL News, Ramiro Tovar Landa, consultor independiente y especialista en regulación económica y política de competencia, sostuvo que en América Latina deberá ser una prioridad reducir la brecha en oportunidades de educación en línea y telemedicina. Y para que se puedan realizar las inversiones, es preciso que haya una moratoria regulatoria.

“Estamos viendo que va a ser fundamental tener las plataformas que den servicio y también la infraestructura de telecomunicaciones tiene que crecer aún más. Por eso, todo lo que es teletrabajo, telemedicina y educación a distancia van a ser sectores con alta demanda, y tiene que ser una prioridad en las inversiones”.

Por eso, para Tovar, las autoridades regulatorias deben observar esta situación y otorgar “moratoria regulatoria o una mayor desregulación para que existan facilidades en la inversión”.

“La regulación no puede seguir como si no pasara nada, sino que debe reconocer un nuevo entorno, porque los operadores deben invertir a una velocidad mucho más grande”, agregó el especialista.

Además, consideró que, en la nueva normalidad, la relación del gobierno con los ciudadanos en todas sus instancias se tiene que digitalizar.

Los operadores, entre la afectación y la oportunidad

A pesar de que, en el primer trimestre, la mayoría de los operadores regionales tuvieron algún impacto en sus resultados, producto del Covid-19, estas empresas serán de los sectores menos perjudicados por la pandemia, en comparación con otras industrias que, por el confinamiento y el cierre de las fronteras, quedaron completamente paralizadas.

Según Tovar, hay algunos factores que favorecen a este sector: por un lado, las tasas de interés están bajas, sin previsión a que crezcan en los próximos tres años, y esto ayuda a las inversiones de capital. Además, el nivel de riesgo de inversión de las telecomunicaciones bajó por el uso intensivo e indispensable de las redes y la infraestructura en la nueva normalidad.

Pero, de todas maneras, la recesión global golpeará los ingresos de la mayoría de las familias y esto impedirá que se demanden más servicios.

De acuerdo con el consultor, los operadores seguirán invirtiendo en fortalecer la red instalada, para sustituir el cobre por la FTTH, y así dar mayores capacidades y menores latencias. Y después viene el reto de ampliar la red, llegar a los lugares no redituables.

Para este caso, la expansión deberá ser con las capacidades necesarias. “No tiene sentido expandir en 3G”. Por eso, Tovar volvió a recalcar que las autoridades “deben replantear el entorno regulatorio, los incentivos a la inversión, los marcos normativos. Lo necesitamos a la brevedad”.

Otro desafío que ve el especialista en la expansión de los servicios está en el protocolo que usen las empresas a la hora de realizar los despliegues de infraestructura: “Los equipos técnicos van a modificar su protocolo de trabajo, para evitar el contagio de la enfermedad, se va a disminuir la cantidad de gente que instale redes y esto va a elevar el costo de llevar infraestructura”.