*Nos negamos el lujo de una nueva Constitución

A un siglo de la Revolución Mexicana, es momento de una revisión para una nueva época de reforma política; revisar los saldos y deudas históricas con postulados de las dos revoluciones centenarias.

Una revisión de conceptos, instituciones y distribución de competencias que a la luz del desarrollo político, social y económico ya no libran la batalla del tiempo.

Una nueva Constitución hubiera sido una celebración de lujo en este año de conmemoraciones centenarias, pero a esa ilusión se le antepone una realidad, no se vislumbra para hoy, ni para los siguientes años una clase política que esté dispuesta a agotarse con sus propias reformas; seguimos en los medios virajes del inmediatismo electoral.

Se necesita tener una visión de futuro y un compromiso con la verdad. Las instituciones de la postguerra se han transformado; de una economía cerrada hemos pasado a una economía abierta y competitiva, por lo que es necesario fortalecer al Estado.

Es la hora de un gran acuerdo político para una auténtica reforma del Estado con dos características: pacífica y abocada a rescatar al sureste”.