*Cáncer en menores de 18 años
En México cada año se diagnostican aproximadamente 5 mil nuevos casos de cáncer en menores de 18 años, lo que coloca a esta enfermedad como la segunda causa de muerte entre 5 y 14 años de edad, sólo precedida por los accidentes.
Sólo el 25 por ciento de los casos es diagnosticado o atendido a tiempo, motivo por el que cada año cerca de dos mil infantes son víctimas mortales de esta enfermedad.
El 75 por ciento de los casos son diagnosticados en etapas avanzadas de la enfermedad, lo que limita la posibilidad de sobrevivir al cáncer e implica tiempos de atención más prolongados y tratamientos más sofisticados y menos eficaces, lo que incrementa considerablemente los costos de atención.
Desde que la Comisión Nacional de Protección Social en Salud inició el Fondo de Protección Contra Gastos Catastróficos, el índice de abandono al tratamiento disminuyó del 30 por ciento en 2005, a un 7 por ciento actualmente.
Además, cada año el Seguro Popular financia más de dos mil 500 casos nuevos de cáncer en menores de 18 años.
El Programa de Cáncer en la Infancia está encaminado a llevar a cabo acciones de prevención secundaria en los casos diagnosticados para mejorar el pronóstico de los pacientes, así como medidas de prevención primaria que implementadas en la infancia y adolescencia, disminuyan la incidencia de cáncer en la vida adulta.
El principal reto del Programa es fortalecer la atención integral, de calidad y gratuita, de los menores de 18 años con sospecha o diagnóstico de cáncer, mediante políticas públicas y educativas que permitan la referencia temprana y el tratamiento oportuno de los enfermos, con la intención de incrementar la supervivencia, disminuir la mortalidad y mejorar la calidad de vida de los pacientes y sus familiares.
Lo que se pretende es favorecer el diagnóstico temprano y tratamiento oportuno, integral, gratuito y de calidad para las niñas, niños y adolescentes con cáncer en el país, con el fin de incrementar su sobrevida y disminuir la mortalidad y morbilidad asociadas a la enfermedad y al tratamiento.
Asimismo, mejorar la calidad de vida de los enfermos y sus familiares, disminuir los costos de atención y hacerla más eficiente mediante un acceso efectivo, en unidades de atención con capacidad resolutiva.
Lo anterior, con la finalidad de contribuir con la sociedad mexicana generando sobrevivientes de cáncer pediátrico íntegros, capaces, productivos y socialmente responsables.