El máximo respeto y protección a los derechos no es una moda pasajera, no es algo inusitado ni exótico: es cumplir con la orientación que ha decidido tomar nuestro régimen constitucional para que México siga siendo un país de leyes e instituciones, afirmó el ministro Juan Silva Meza, Presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN).

El Alto Tribunal no se detendrá en esta tarea, pues su papel, como referente para otras instituciones y autoridades, también deriva de su mandato constitucional, sostuvo en la ceremonia en la que el Gobierno del Distrito Federal otorgó un reconocimiento a la Suprema Corte por su labor en la protección de los derechos humanos.

Ante el jefe de Gobierno del Distrito Federal, Miguel Ángel Mancera; el diputado Manuel Granados, Presidente de la Asamblea Legislativa del Distrito Federal, y el Magistrado Édgar Elías Azar, Presidente del Tribunal Superior de Justicia del Distrito Federal, sostuvo que no puede haber desarrollo sin respeto a los derechos humanos.

“No puede haber respeto a los derechos humanos sin seguridad, y no puede haber paz sin respeto al Estado de derecho. Así lo hemos venido decidiendo”, manifestó en el Salón de Cabildos del gobierno capitalino.

El Ministro Presidente estuvo acompañado de los ministros Olga María Sánchez Cordero, José Ramón Cossío Díaz, Margarita Luna Ramos, José Fernando Franco González Salas, Arturo Zaldívar Lelo de Larrea, Luis María Aguilar Morales, Jorge Mario Pardo Rebolledo, Alberto Pérez Dayán y Alfredo Gutiérrez Ortiz Mena, reiteró la convicción de la SCJN de honrar los principios de seguridad y paz con su trabajo cotidiano.

Esta convicción se refleja en las resoluciones que emite la Suprema Corte en su labor diaria, pues sólo respetando los derechos humanos es posible generar las condiciones materiales de prosperidad y equidad necesarias para impulsar el desarrollo y el crecimiento del país y así vivir en paz y con seguridad, dijo ante representantes de los tres poderes del gobierno de la Ciudad de México.

“La Suprema Corte está claramente comprometida a mantener el ritmo que se ha impuesto como institución garante de los derechos de las personas, teniendo siempre presente el efecto neto que su actuar genera para el resto de la judicatura nacional”.

El Ministro Presidente advirtió que, a partir de la vigencia de las reformas constitucionales de derechos humanos, de amparo y la inminente entrada en vigor de la reforma constitucional al sistema de justicia penal, la judicatura mexicana en su totalidad “no puede permitir que alguno de sus integrantes quede rezagado en la protección efectiva de los derechos humanos”.

El reconocimiento del GDF no puede entenderse sino como el resultado del trabajo comprometido de los integrantes de este Alto Tribunal, y robustece nuestro compromiso por mantener el nivel de exigencia, calidad, profesionalismo y responsabilidad social con los que la Suprema Corte se conduce.

“El esfuerzo conjunto de nuestra institución, ha venido dando contenido a la Décima Época jurisprudencial, guiado por el proyecto de Estado de lograr la mayor protección de los derechos de las personas, tal como lo ordena el artículo 1º de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos”, expuso Silva Meza.

La Suprema Corte no trabaja para recibir reconocimientos, pero no puede negarse que los obtenidos a partir de la entrada en vigor de la Décima Época “han venido a ser el mejor recordatorio de que avanzamos en la ruta correcta, que no es otra que el cumplimiento irrestricto de las obligaciones constitucionales”.

“También estamos seguros de que, en la defensa y protección de esos principios, han estado y seguirán estando las autoridades del Distrito Federal”, expresó.

Consideró que las grandes ciudades representan el más alto logro del afán civilizatorio de la humanidad, pues la vida en comunidad, entre miles o millones de personas, que ni siquiera se conocen o habrán de conocerse, será siempre una apuesta asombrosa, cuya ambición jurídica no debemos demeritar.

“En las ciudades, las personas buscan la posibilidad de desarrollar su individualidad, su libertad, su autonomía, en compañía de los demás, a partir de la convivencia cotidiana, a veces anónima, que puede enriquecer su vida. Por eso, la Ciudad de México debe ser, y es, un repositorio de libertad”, afirmó.

En esa tradición, agregó, la ciudad capital de la República y sede de los Poderes Federales, debe siempre distinguirse por establecer estándares de desempeño, en la vida pública para el resto del país, orientados por el principio de respeto y máximo beneficio a los derechos de los individuos.