*Las especies pesqueras al límite de la sobre explotación

México posee 11 mil kilómetros de litorales y costas, y la actividad pesquera se ha convertido en una de las más importantes en nuestro país.

Esta enorme línea costera y la gran biodiversidad marina, fueron en su momento percepción de que los recursos marinos son inagotables y los podemos seguir explotando sin consecuencia alguna.

Este concepto de recursos ilimitados permeó durante décadas sobre los bosques, sobre la vida silvestre, tanto como las especies sujetas a pesca con propósitos comerciales.

Todavía en el año 2003, se mencionaba que el océano era capaz de producir más proteínas animales de lo que podría consumir la población humana, varias veces mayor de la que ahora existe. Así que sólo a diez años, nadie podría sostener esto.

Los hechos demuestran que las especies pesqueras se encuentran al límite de la sobre explotación, y que los mares y océanos son incapaces de soportar las tasas de explotación que le hemos impuesto en todo el mundo, no sólo en México.

Los informes más recientes de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura, dejan ver que, de las 441 especies utilizadas para la pesca en el mundo, el 52 por ciento, se encuentra explotada en su máximo nivel, sin posibilidades de expansión futura y con riesgo de declinar por mal manejo; el 20 por ciento se encuentra medianamente explotada, el 17 por ciento está sobreexplotado. Así que la tasa de recuperación es prácticamente inviable.

Estos datos son contundentes y hay que atenderlos

En México la situación no es mucho mejor:

Evaluaciones realizadas por el Instituto Nacional de la Pesca para el periodo de 1994 a 2000 señalan que, el 85 por ciento de las pesquerías mexicanas ya están en su máximo  nivel sostenible o en deterioro  total, así que sólo el 15 por ciento tenían potencial de desarrollo.

Si analizamos las Cartas Nacionales Pesqueras de los años 2000 a 2012, encontramos que, para el litoral Pacífico han pasado de un estatus de máximo rendimiento sostenible a deterioro total las pesquerías de robalo, pez vela, y callo de hacha en Baja California Sur, y la almeja chocolate en zonas de Baja California.

Pare el litoral del Golfo de México tenemos la misma situación para el huachinango, el pargo, la lisa, la almeja en Veracruz, así como el langostino de los Ríos Papaloapan y Pantepec.

De igual forma, en el Pacífico, Golfo de México y Caribe comenzaron en deterioro continuo con este estatus las pesquerías de camarón rozado, camarón rojo y camarón de roca, la de caracoles rosado, blanco.

Así es que como vemos, las especies mexicanas se encuentran en deterioro constante y continuo y debemos de atender este problema.

Pero encontramos más problemas que tienen incidencia en la crisis pesquera.

El primero son las artes de pesca no selectivas y que son altamente destructivas.

Esto ha tenido como consecuencia que se capturen “incidentalmente” especies no objetivo, es decir, especies no sujetas a comercio, y que se descartan muertas al mar, se pierde el potencial de la especie, nuestra capacidad de reproducirla y nuestra capacidad de comerciar con ellas; como es el caso de la vaquita, o tortugas marinas, que se encuentran en peligro de extinción.

Por ejemplo, las redes de arrastre, que devastan todo el fondo marino se han comparado con la deforestación de nuestros bosques, perdiéndose no sólo las especies, sino también los servicios ambientales.

La evidencia científica demuestra que los impactos económicos de la pesca pueden ser hasta diez veces mayores que el valor mismo del producto en la pérdida de otros servicios ambientales.

Estos datos por sí solos, nos permiten ver que no se han tomado las medidas necesarias para evitar las francas caídas de capturas de las especies pesqueras, ni de un abordaje adecuado que evite la pesca incidental tan grande, aún dentro de áreas naturales protegidas.