*Preocupante técnica de fractura hidráulica

Somos muchos los mexicanos sin duda alguna que mostramos genuina participación y preocupación de manera particular con la explotación del llamado gas de esquito por medio de técnicas de fractura hidráulica o fracking como comúnmente se conoce y la iniciativa que presenté es prueba de ello.

Desde hace meses, diputados y senadores, con el apoyo de la sociedad civil, de manera particular de la Alianza Mexicana contra el Fracking, hemos venido trabajando en la presente iniciativa con proyecto de decreto con la que se expide la Ley General para la Prohibición de la Fractura Hidráulica (Fracking).

En ese contexto, el pasado dos de abril del año en curso, esta iniciativa fue presentada en la Cámara de Diputados, suscrita por más de 60 legisladores.

Ahora hacemos lo propio en esta Cámara Alta, seguros de que este tema, de no tratarse desde ahora, será uno de los que mayores repercusiones negativas le acarrearían al país tanto en términos sociales como medioambientales y sin duda también económicos.

La fractura hidráulica, compañeras y compañeros, consiste en hacer una perforación vertical de tres a cinco kilómetros de profundidad hasta llegar a donde se encuentran unas rocas porosas que pueden ser de esquito, lutita o pizarra.

Dentro de estas porosidades es que se encuentra el llamado gas natural.

Cuando se alcanza la capa de las rocas, se continúa la perforación en el plano horizontal a través de la misma.

Esta perforación horizontal suele ocupar aproximadamente kilómetro y medio de longitud o puede llegar incluso hasta tres kilómetros.

Dentro de la capa de pizarra, se utilizan explosivos para provocar pequeñas fracturas y se inyectan por etapas de nueve, fíjense bien, de nueve a 29 millones de litros de agua a una presión muy alta mezclados con arena y un coctel de más de 750 aditivos químicos apuntalantes entre los cuales se encuentran (inaudible), cianuros, los cuales, como ustedes lo percibirán son elementos cancerígenos y mutagénicos.

Muchas de estas sustancias químicas ni siquiera están catalogadas en nuestro país y las empresas se reservan la información completa de los componentes de este coctel aparándose en el secreto del derecho de patente, con lo que no se sabe con exactitud las dimensiones de los riesgos que se corren con ello.

El agua a presión fractura la roca librando el gas, que luego, junto con el agua, arena y los aditivos retorna hasta en un 80 por ciento a la superficie.

Y como si fuera poco, como ustedes se lo pudieran imaginar, los proyectos de extracción por fractura hidráulica tiene serias consecuencias para la disponibilidad de agua en zonas adyacentes a sitios de la extracción.

Se requieren, como se imaginan, como ya lo he mencionado, que lo quiero subrayar, de nueva a 29 millones de litros para la fractura de un solo pozo.

Eso, en un país como el nuestro de tantas necesidades en materia hidráulica, sin duda que es un crimen.

Pero además, en Estados Unidos existen ya documentados más de mil casos de contaminación del agua cerca de los pozos de esta llamada fractura hidráulica.

Esto significa que el excesivo riesgo y el excesivo daño sistemático que se está causando con este tipo de operaciones que el Gobierno federal de nuestro país debiese entender y referir como un gran problema porque estaría abriendo una puerta indiscriminadamente a este asunto.

Por eso planteo que es urgente recapacitar  de lo que está pasando en otros países, pues según estudios científicos realizados en Estados Unidos, se estima que la población que habita a menos de 800 metros de un pozo de donde extraen hidrocarburos por esta técnica de fractura hidráulica, tienen la probabilidad de padecer cáncer asociado con los contaminantes emitidos como consecuencia de esta técnica hasta en un 66 por ciento.

Y por si esto fuera poco, está comprobado también que este método ni siquiera es rentable económicamente hablando.

La propia industria gasífera de los Estados Unidos ha reconocido que en el 80 por ciento de los pozos perforados, los costos de producción superan las ganancias esperadas.

Eso allá, pero en el contexto nacional ya tenemos experiencias, de los seis pozos que el gobierno mexicano ha perforado desde 2011, resulta que tres han resultado no comerciales; dos no comerciales por no producir condensados; y uno, aunque es comercial, presenta baja productividad de gas y de los llamados condensados.

Por lo tanto, con esta información sabemos que el Gobierno federal y sus aliados en el Poder Legislativos, como todos sabemos, no tardan en presentar su paquete de leyes reglamentarias en materia energética.

Es por eso que varios legisladores de ambas Cámaras nos estamos preparando desde ahora para el debate que vendrá abanderando como una de nuestras mayores la prohibición de la práctica denominada fracking o fractura hidráulica pues es para el bien de México, para el bien de nuestras regiones y para el bien de nuestras comunidades.

Aquí, en voz alta, digo “No al fracking” y espero contar el apoyo de muchas senadoras y senadores de esta Cámara Alta.