*La corrupción es el enemigo de México
Ante el escenario político existente a partir del pasado domingo, los senadores perredistas expresamos lo siguiente:
Uno. El Presidente de la República es el Jefe del Estado mexicano y lo respetamos como tal.
Dos. El enemigo de México no es el populismo. El enemigo de nuestro país es la corrupción, la pobreza, la desigualdad, la violación de los derechos humanos. El verdadero riesgo para el país en un futuro inmediato se encuentra en que no podamos poner un alto a la corrupción que evidente y lamentablemente ha penetrado a las instituciones de seguridad, de inteligencia y de procuración de justicia del Estado mexicano.
Tres. Resulta condenable tratar de ubicar un riesgo en donde no existe. No son momentos de desviar la atención hacia la disputa política electoral rumbo a la sucesión del 2018 y de ubicar a un contrincante como el enemigo a vencer o como un “peligro para México”, sino de aplicar acciones para enfrentar, eso sí, a los verdaderos enemigos de nuestro país y de nuestra sociedad. El verdadero riesgo para el país se encuentra en los nichos de impunidad que como parásitos se han incrustado en las cercanías del poder público y financiero.
Cuatro. El populismo es una estrategia de disputa política. La mejor forma de combatir al populismo son las acciones, las políticas públicas que trasciendan la demagogia y la retórica de estas visiones. México no requiere de mesías, de elegidos o de propuestas que exacerben las divisiones y nos confronten. El populismo mata a la democracia y su único resultado es la desigualdad y la confrontación.
Cinco. Ante el populismo de izquierda, debemos construir una izquierda social y democrática. Construir la unidad en torno a iniciativas que busquen la igualdad, las libertades y los derechos y que coloquen en el centro de la acción política al ciudadano.
Seis. El Presidente de la República debe actuar y hablar como un jefe de Estado y no como el jefe de su partido político. Cada fuerza política tiene sus formas, sus tiempos y sus modos. Esto lo respetamos, lo que resulta no recomendable es que el titular del Poder Ejecutivo asuma un discurso y una posición estrictamente partidaria justo en los momentos en que el país requiere de planteamientos de Estado y de acciones que involucren a todo el aparato gubernamental.
Siete. Son signos de nuestro atraso, muestras de una cultura política desfasada de la realidad, las actitudes cortesanas en las que todavía está envuelto el Presidente de la República. Las salutaciones, las reverencias, los gestos, los acomodos de servidores públicos y líderes partidarios, quién estuvo a un lado, quién estuvo atrás, a quién saludó con más entusiasmo; eso en torno al Presidente de la República expresan nuestro rezago frente a otras naciones que han podido evolucionar en su cultura política.
Ocho. Proponemos que desde una visión de Estado, rumbo a la segunda mitad de este gobierno y como prioridades de la agenda legislativa para el próximo periodo ordinario de sesiones, consolidemos los cambios en materia de combate a la corrupción, transparencia y seguridad; así como la integración de un paquete económico que si bien sea diferente al actual modelo, también se aleje de las visiones clientelares y corporativas que por desgracia ha caracterizado a nuestra política social.