El trabajo infantil se explica por las adversidades que enfrentan las familias en pobreza. Por ello, a edad temprana, muchos menores se ven obligados a hacer aportaciones económicas a su hogar, sin considerar los peligros ni las consecuencias que implica para su calidad de vida.
A través del proyecto de investigación Exploración Ergonómica en los Niños Trabajadores de Calle: Ciudad de México, Víctor Inzúa Canales, de la Escuela Nacional de Trabajo Social (ENTS) de la UNAM, demostró que las consecuencias de la incorporación al trabajo en edades tempranas se refleja en los estados de salud y desarrollo biopsicosocial.
Además, mediante un análisis antropométrico (peso, estatura y edad) que fue comparado con tablas de niños promedio, el académico comprobó que una constante entre los que trabajan y los que no, es la obesidad.
La mayoría de los que laboran basan su dieta en pan, café, tacos y garnachas; el resto debe su sobrepeso a las golosinas. Ambos grupos consumen grandes cantidades de refresco, “y en eso no hay mucha diferencia; sin embargo, en la estatura y peso, sí”, expuso.
Hay menores trabajadores que miden hasta 10 centímetros menos que uno que no labora, y en la comparación antropométrica, que incluye cálculos de masa corporal entre la población de una secundaria particular y una muestra de 25 niños con empleo, el 56 por ciento de los estudiantes está fuera del rango óptimo de salud.
En situación de riesgo
Los niños trabajadores de la calle enfrentan una variedad de riesgos según su ocupación, que van desde calambres, contusiones, golpes y torceduras, hasta el desgarre de algún músculo.
Son más susceptibles a enfermedades, deformaciones óseas, detención del crecimiento, mutilaciones y accidentes, circunstancias muchas veces relacionadas con deficiencia alimentaria, condiciones de trabajo deplorables, cambios bruscos de temperatura, posturas incómodas y horarios laborales prolongados.
“A lo largo del estudio, que duró un año, tuve un acercamiento con 25 niños trabajadores, de entre ocho y 17 años, de algunas calles del Centro Histórico del DF, en su mayoría limpiaparabrisas, malabaristas, carretilleros, equilibristas y vendedores ambulantes”.
El problema, dijo, es que no existen estudios sobre qué tanto perjudica un mal movimiento, postura o alimentación.
“Ante esta situación, comprobé que los infantes arriesgan su salud por posturas incorrectas, movimientos incómodos y mala nutrición. En el enfoque teórico, se retomó la antropometría para dimensionar los problemas”.
El objetivo del proyecto fue estudiar las condiciones laborales ergonómicas y nutricionales de los niños trabajadores de la calle en los servicios marginales y de comercio informal.
El Distrito Federal tiene un grupo significativo de este tipo de menores. “Para los infantes, la calle y el trabajo representan cosas muy específicas; la primera es un espacio de libertad que se vuelve necesario para desarrollarse y, el segundo, la exigencia para estar ahí”.
Propuestas
Por ello, el catedrático de la ENTS propuso crear estudios de ergonomía y salud corporal en los niños trabajadores para reducir la fatiga y lesiones que afectan la integridad física y psicológica, así como instrumentar un programa de salud ocupacional que vigile las condiciones de salud y laborales.