Según datos de la Comisión Nacional Forestal, entre el 1 de enero al 2 de mayo de 2013 se han presentado 7 mil 289 incendios forestales en las 32 entidades federativas del país, afectando una superficie de más de 170 mil 312 hectáreas. Los estados con mayores incidencias, por orden son el Estado de México, el Distrito Federal, Michoacán, Chihuahua, Puebla, Hidalgo, Chiapas, Jalisco, Tlaxcala y Oaxaca.
Entre enero y mayo anualmente se registran las más altas temperaturas, que siempre vienen acompañadas de incendios, la mayoría evitables. El Distrito Federal, pese a ser una megaurbe, es una de la ciudades más afectadas por estos fenómenos, solamente del 26 de abril al 2 de mayo de este año se han registrado 33 incendios que han afectado 33 hectáreas de superficie herbácea y 2 mil 146 de arbustivo, de acuerdo con la Comisión Nacional Forestal.
El doctor Antonio Lot, secretario ejecutivo de la Reserva Ecológica del Pedregal de San Ángel (Repsa) y miembro de la Academia Mexicana de Ciencias (AMC), comentó que los incendios en general, en la zona de los Pedregales y en el Ajusco son, o intencionales, por terrenos donde hay problemas con los propietarios, o por falta de conocimiento y descuido humano.
En el caso de la Repsa: “Las incidencias de los incendios son un problema de educación de la población, del descuido y falta de vigilancia. La fragmentación y la reducción del Pedregal aumentan la frecuencia de incendios ya que lo hacen más susceptible a la introducción de especies exóticas (como eucaliptos y pasto kikuyo), la acumulación de basura doméstica, las fogatas y sobre todo las colillas de cigarro”, dijo el doctor Lot.
De acuerdo con el libro La Reserva Ecológica del Pedregal de San Ángel: Atlas de riesgos, en los últimos 11 años se han registrado 164 incendios que suman 31.8 hectáreas en la Repsa, y aunque no han habido pérdidas humanas, los daños se encuentran asociados a la alteración total del desarrollo y el balance de las interacciones de todos los microhábitats que se desenvuelven en la superficie rocosa del Pedregal en sus grietas y oquedades.
En el lugar predomina el matorral, arbustos y plantas de baja altura; sin embargo, la cantidad de especies que lo habitan es mucho mayor que otros ecosistemas que a la vista parecen más exuberantes. El doctor Lot explicó que “por cada planta de zacatón (Muhlenbergia robusta) que se queme, se exterminará el hábitat de al menos 158 especies, y por cada tetlacote (Verbesina virgata) el de 235 tipos de invertebrados”.
Otra consecuencia de un incendio es que al alterar a una superficie de la vegetación, provoca la migración de animales vertebrados, la desaparición de invertebrados y microorganismos que tienen una actividad importante en la salud del ecosistema. Al esterilizarse el terreno afectado, entran otras especies ajenas al sitio. Para recuperarlo se puede tardar muchos años en volver a la condición natural de la flora nativa y, en consecuencia, de la fauna asociada.
“Las cosas van mejor cada día. Tenemos más acciones de prevención y podemos controlar mejor los conatos de incendio, pero es difícil exterminarlo porque el origen del problema es otro. Es cultural, educativo y de falta de organización. Las medidas de prevención son, primero, que las personas estén informadas, que pregunten, que busquen; y segundo, que cuando visiten la reserva tengan comportamientos como los que tendrían en su casa: que no tiren basura ni cigarros encendidos”, recomendó.
Dentro de las grandes urbes, con más de 10 millones de habitantes, la única ciudad en todo el mundo que tiene un ecosistema natural es el Distrito Federal: la Reserva Ecológica del Pedregal de San Ángel (con una extensión de 237 hectáreas) que este 2013 cumple 30 años. No sólo es única en su tipo por encontrarse a cargo de la Universidad Nacional Autónoma de México sino que es una de las más estudiadas a nivel mundial.