En 11 espacios públicos, calles, plazas, paraderos y escenarios techados de Iztapalapa, 23 agrupaciones teatrales nacionales y extranjeros presentarán trabajos escénicos durante 5 días en lo que será el Festival Internacional de Teatro Callejero, en el marco del Festival del Fuego Nuevo. El tema central será la violencia contra las mujeres, entre otros tópicos desarrollados por los grupos de teatro.

Impulsado por la comunidad para exponer su creatividad en torno a este tipo de teatro –donde se manifiesta espontáneamente el humor, la emotividad y el sentido lúdico, donde el espectador pasivo es coprotagonista y el creador comunitario adquiere cada vez más una mayor presencia social, política, cultural y artística–, el Festival Internacional de Teatro Callejero albergará también la realización de 6 talleres de la práctica teatral callejera y un “Foro de Reflexión”, en el que se dictarán 3 conferencias sobre el quehacer teatral urbano.

Gracias al apoyo del CONACULTA, la Secretaría de Cultura del G.D.F. y la Delegación Iztapalapa, en este festival tomarán parte grupos de Nuevo León, Tamaulipas, Estado de México, Chiapas, Guanajuato, Oaxaca, Morelos, Guerrero, Aguascalientes y el Distrito Federal, así como de Francia, Japón y Venezuela.

“Así como la cultura puede llegar a ser un agente de transformación para el cambio y la superación social, así también el teatro callejero es un firme aliado de la práctica y la necesidad de transformar algunas formas del pensamiento y los hábitos humanos. El teatro expande sus fronteras a través de la participación en escena de los habitantes de las comunidades urbanas. Ahora se deja de ser sólo un espectador, un consumidor de los montajes con guiones de la televisión y se pasa a poner en práctica estrategias dramáticas, rompiendo así cánones del teatro convencional, suprimiendo la ‘cuarta pared’, con el encuentro entre actores y espectadores, que se convierten en cocreadores en el escenario público”, dice Guillermo Díaz Madrid, organizador del Festival.

Con amplia experiencia en teatro callejero, Díaz Madrid considera que el teatro hecho por vecinos y sus familias, por jóvenes interesados en romper el silencio y hablar y compartir sus opiniones, acuerdos y desacuerdos, es el que irrumpe con mayor vigor actualmente en los escenarios donde tiene lugar el acontecimiento humano: la calle, la plaza, el paradero.

“Los espectadores de siempre ahora toman acciones y producen sus propios trabajos, escriben, editan; actúan, montan obras y trabajos escénicos; bailan en el piso y vuelan con telas; cantan y hacen música fortuita; hacen cine y producen documentales y videos audaces”, revela entusiasmado quien desde hace casi dos años imparte clases de teatro en los reclusorios que se encuentran dentro de la Delegación Iztapalapa.

Con la ayuda del teatro callejero, a través de una puerta imaginaria, el público entra a descubrir los acontecimientos triviales que suceden día a día en la comunidad, o los sucesos que la conmueven, explica. “El teatro –dice– es una revelación que permite desentrañar secretos antes ocultos. Antes eran privados, ahora la comunidad misma los revela. Cada actriz y cada actor pueden ser vecinos o no, pero la radiografía ficticia revela el destino incierto de su comunidad, sugiriendo al final de la representación, nuevamente, un caudal de incógnitas. En el fondo cada ámbito familiar, cada habitante de la urbe, teje en sí mismo una trama que da a conocer y que es posible dilucidar.”

La calle –dice– es una más de las formas del espacio colectivo donde se puede imaginar el nuevo orden social, es el lugar propicio para la carga de signos sociales como el bienestar, la prosperidad, el poder y la felicidad. “Un territorio donde lo compartido como la cultura y el quehacer del teatro encuentran el escenario ideal. El teatro callejero que nace y sucede en el espacio público adquiere la forma de beneficio colectivo. La calle, la plaza, el paradero, son escenarios propicios, dignos para la representación del drama urbano”, explica Guillermo Díaz Madrid.

El también director teatral sostiene que el teatro callejero coexiste con lo incompatible en la cultura urbana, “ya que presenta en su espacio la constante lucha de clases (subjetiva y objetiva) y siempre apunta al terreno donde se comparte la reflexión entre el público, el libre intercambio de ideas”.

Agrega que la creatividad que surge del barrio con su caudal de ingenio, viene a posicionarse nuevamente en la cultura de lo compartido a través del teatro callejero: “Mientras la subjetividad y la fugacidad en el goce estético cumplen el sueño de las élites sociales, en el teatro de la calle los sujetos barriales no son representados por otros, se representan a sí mismos. La violencia se expande por la ciudad por la carencia de empleos y cuando sus habitantes abandonan sus espacios de convivencia. Representarse en la calle facilita que los músicos y los artistas visuales, que los diseñadores del espacio urbano, que los guionistas y directores de cine aprovechen los logros de los grupos sociales que ocupan los espacios urbanos, para expresarse con mayor fuerza e imaginación aprovechando la escenografía que brinda la gran urbe”, expresa el organizador del Primer Festival Internacional de Teatro Callejero.

Con este teatro, asegura, las fronteras escénicas se disuelven, los roles se transforman. “Se trata entonces de la experiencia de un teatro en el que el espectador es el coproductor de sus trabajos escénicos, donde subyace la aspiración liberadora. Quizá con este tipo de teatro se logre el postulado de Brecht en cuanto a que el grupo de actores acumula y expone experiencias sociales que le conmueven y le hacen reflexionar, que es el propósito y contenido del teatro social”, expone.

La inauguración del Primer Festival Internacional de Teatro Callejero se llevará a cabo en la Sala Quetzalcóatl, a las 19 horas del 23 de noviembre.