Tras aparecer como orador en la Reunión Cumbre de Izquierda, en Acapulco, Guerrero, Marcelo Ebrard intenta reposicionarse luego de la debacle que enfrentó frente a las negociaciones políticas con las corrientes más poderosas al interior del PRD, Nueva Izquierda (NI) e Izquierda Democrática Nacional (IDN), quienes por superioridad numérica y hábiles negociaciones, pusieron la bota en el cuello del todavía jefe de Gobierno del Distrito Federal.
Pero las negociaciones no terminan aquí, apenas con la ratificación de Alejandro Sánchez Camacho, como nuevo secretario General del Sol Azteca, se da una segunda fase del acuerdo presuntamente “integral” de la izquierda mexicana.
Lo que no deben olvidar las distintas corrientes, es que de Marcelo Ebrard se dice no sabe perder, no por nada se comenta que sus adversarios le pusieron el mote de “Chuky”, por aquello del muñeco diabólico, sobre todo cuando se trata de destruir a sus enemigos políticos. A esto se suma que en su camino al frente del Gobierno del Distrito Federal perdió credibilidad entre las corrientes por “no cumplir los acuerdos”.
Cabe recordar aquellos episodios de la supuesta compra de votos de consejeros nacionales y estatales a cambio de plazas en las distintas secretarías locales que en apariencia sus malos operadores ofrecieron a las distintas corrientes desde las más poderosas a las más débiles, incluso acercándose a figuras solitarias que podría sumar a su proyecto, con el afán de apoderarse del PRD, tanto a nivel local como federal.
Cómo olvidar a José Ávila, René Cervera, Adrián Michel, Héctor Serrano y Jesús Valencia, e incluso el propio Alejandro Rojas Díaz-Durán, quienes en nombre de Ebrard prometieron las perlas de la virgen, incluso a la oposición, como ocurrió con la reunión secreta que se realizó hace año y medio entre el propio mandatario capitalino y Beatriz Paredes, a fin de que la segunda no hiciera campaña a favor de Enrique Peña Nieto, traición que seguramente el primer mandatario electo cobrará una vez que tome posesión el próximo 1 de diciembre.
Por lo pronto, siguen las negociaciones entre las tribus perredistas por el pago de cuotas a las corrientes por su apoyo a Miguel Ángel Mancera, quien se niega a reconocer que está en manos de las tribus y que él no tiene nada de oficio político.
En los próximos días estará el jaloneo no sólo por los espacios en el próximo Gabinete del Gobierno capitalino, sino por las repartición de posiciones en la Asamblea Legislativa del Distrito Federal (ALDF), donde si bien aparentemente hay un acuerdo inicial, IDN no debiera confiarse demasiado y no olvidar cuando Ebrard amenazó con correr a todos los seguidores de Bejarano de la administración capitalina en el último proceso de elección interna del PRD en el DF, el año pasado, y que se concentraron en la Planilla 10.
La lucha por el poder originó un zafarrancho en la Expo Reforma, donde en menos de 24 horas, los bejeranistas se reunieron para marchar en contra de Marcelo Ebrard hacia al Gobierno Capitalino y exigirle que sacará las manos de la elección perredista, terminando con la aventadera de despensas afuera de las puertas del edificio virreinal.
También es famoso el episodio de temor de los precandidatos a la Jefatura de Gobierno del Distrito Federal, entre ellas la propia ex secretaria de Desarrollo Económico, Laura Velázquez, de ser vetada o corrida de la administración local si manifestaba su deseo de competir por ese cargo, como le ocurrió a Martí Batres, de la corriente de Izquierda Social, a quien Ebrard lo destituyó del gobierno local teniendo el cargo de secretario de Desarrollo Social.
De ser cierto lo que se maneja que IDN está siendo muy complaciente en la cesión de espacios en la Asamblea, estarían olvidando que el único contrapeso real de poder en contra de los marcelistas-manceritas es sin duda la propia ALDF, porque se trata de un Poder Legislativo y un órgano autónomo.