Por obtener el mejor promedio de su generación, egresados de la UNAM obtuvieron el Premio de Ingeniería 2011, que otorga el gobierno de la Ciudad de México con la participación del Instituto de Ciencia y Tecnología del Distrito Federal, de la Academia de Ingeniería de México, y del Sistema de Transporte Colectivo.
Jorge Ulises González Medina y Rafael Elías Villar Barquín obtuvieron el primero y segundo lugar, respectivamente, en la categoría Sistemas Computacionales por el mejor promedio, mientras Jordi Messenguer Gally consiguió el tercer sitio, en el área Industrial.
González Medina es egresado de la Facultad de Ingeniería (FI), terminó su instrucción con promedio de 10 y se tituló por este último. “La ingeniería es mi vida y estoy seguro de que si volviera a nacer la elegiría nuevamente”, sostuvo.
“Escogí el área de sistemas porque me encantan las computadoras y lo que implican; además, es sorprendente cómo han permeado en la vida de las personas, a tal grado que actualmente no podemos concebir nuestra existencia sin ellas”, refirió.
Entonces, destacó, si algo es apasionante, estudiar con ahínco no cuesta tanto y el tiempo vuela; sin embargo, es un orgullo que reconozcan con un premio el esfuerzo realizado, añadió.
Actualmente, es consultor en el área de Tecnología de Información de Deloitte México; trabaja en bases de datos, concretamente en business intelligence, y piensa estudiar un master en Alemania.
A su vez, Villar Barquín obtuvo promedio de 9.98 y se tituló también por la misma fórmula. Actualmente es profesor en la FI en el Laboratorio de Administración de Redes.
“Elegí la computación más por curiosidad que por gusto, porque mi primera máquina la tuve hasta la preparatoria, pero al conocer esta área me gustó cada vez más; de hecho, pienso que por eso me fue bien en las calificaciones”, comentó.
“Al principio sólo hice lo que hace cualquier estudiante: asistir con regularidad a clases, ser puntual, hacer mis tareas y prepararme para los exámenes; después es más complicado porque los proyectos requieren aplicar los conocimientos obtenidos en los otros semestres y dedicarle más tiempo a la escuela, lo que implica convivir menos con los seres queridos. Pero finalmente, valió la pena el esfuerzo”, enfatizó.
Actualmente, Villar colabora en el área de desarrollo del sistema de pagos del Banco de México, y haber obtenido el Premio de Ingeniería fue una agradable sorpresa, porque si bien “uno no busca el reconocimiento, te llega y es bueno, porque finalmente es un estímulo para hacer bien las cosas”.
Investigación enfocada al uso eficiente y ahorro de energía
Messenguer Gally es co fundador la Sociedad de Energía y Medio Ambiente (SOEMA) y consejero universitario de la FI; obtuvo promedio de 9.03 y se tituló por tesis; su trabajo refiere las emisiones de carbono de un calentador solar doméstico, y con ella, obtuvo mención honorífica.
En su trabajo analiza el ciclo de vida de este tipo de aparatos para saber cuánto se contamina al producirlos y usarlos. “Por cada uno que funciona en casa, se ahorran, o no se emiten, cerca de 20 toneladas de dióxido de carbono en toda su vida útil, aseguró.
Dadas sus ventajas, propuso usar esta tecnología porque no sólo no se emiten, sino que se ahorran emisiones”, y se contribuye a reducir el calentamiento global, indicó.
Señalar su viabilidad, acotó, permitirá aprovechar la buena incidencia solar que tiene México. “Tenemos esa fuente en casi todo el país, más en el norte (por los desiertos), incluso en el centro (Ciudad de México). Entonces, podemos utilizar este recurso para tener agua caliente”.
Messenguer terminó la licenciatura a los 22 años, actualmente tiene 24 y cursa el posgrado en Ingeniería en Sistemas en la UNAM. En su tesis de maestría, también enfocada al rubro ambiental, estudia cómo la Comisión Federal de Electricidad asigna o prende las plantas de generación eléctrica.
En el país, refirió, alrededor de 180 plantas generan la electricidad: 20 por ciento son hidráulicas, tres por ciento geotérmicas, y de 70 a 75 por ciento funcionan a partir de energía fósil (combustibles). La eólica se comienza a explotar en Oaxaca y zona norte del país, mientras de la solar sólo hay una planta.
De esas 180, el 30 por ciento son externas. Productores independientes maquilan la energía. Por contrato, la CFE proporciona el combustible y ellos entregan energía eléctrica. “Les dice cuánto generar y les compra toda la energía. Por eso la capacidad de la CFE está sobrada”, opinó.
Pero ¿cómo, en qué orden –llamado despacho eléctrico– se prenden las plantas si en la tarde se consume más electricidad que en la mañana y que en la noche?
La asignación, comentó, es según el costo. Se prenden de la más barata a la más costosa. En su tesis, Messenguer propone que sea de la más a la menos ecológica, es decir, que primero se enciendan las que no contaminan, las renovables: hidráulicas, geotérmicas, solares y eólicas, y luego las de gas, de carbón y combustóleo.
Esta “metodología del despacho tendrá que ser empleada eminentemente, porque la ley de energía ya cambió”, concluyó el universitario, que actualmente labora en la Comisión Reguladora de Energía de la Secretaría de Energía.