Guillermo Pimentel Balderas
Tal parece que la descalificación de parte de los sindicatos, la iniciativa privada y el gobierno federal a incrementar el salario mínimo a 80 pesos como propuso el Gobierno del Distrito Federal, no es otra cosa que seguir encubriendo la explotación laboral.
“El salario mínimo tiene detrás de sí explotación laboral porque difícilmente podemos pensar que sea equivalente a las ocho horas de la jornada laboral y además no cubre las necesidades de sustento cotidiano de una familia”, afirmó en forma categórica el diputado local perredista Eduardo Santillán Pérez.
Dijo que como Vicepresidente de la Comisión de Asuntos Laborales y Previsión Social de la ALDF, luchará para que la política salarial no siga sustentándose exclusivamente en los factores del mercado pues el resultado es la circunstancia actual, donde “el 13 por ciento de la población obtiene el salario mínimo y se concentra principalmente en Chiapas, Oaxaca, Veracruz, en el sureste mexicano, curiosamente donde tenemos los mayores índices de pobreza en el país”, precisó.
Refutó la fórmula “que nos vendieron durante muchos años que no funciona porque habiendo control de la inflación, crecimiento económico, estabilidad financiera, no hay disminución de la pobreza”.
Además, argumentó que otra de las contradicciones de la política federal es que México es uno de los países de la OCDE en que los trabajadores dedican un mayor número de horas de trabajo a la semana, pero tienen los salarios más bajos.
Entonces, puntualizó: “el salario mínimo y explotación laboral prácticamente van de la mano, creo que sería muy difícil discernir, desde el ámbito de los derechos humanos en qué momento el salario mínimo da como resultado explotación laboral si la propia definición de salario mínimo es: los recursos suficientes para que una familia logre el sustento cotidiano, evidentemente que al no cumplirse con este propósito del salario mínimo estamos ante un caso institucionalizado de explotación laboral”.
Es así, dijo el Vicepresidente de la Comisión de Asuntos Laborales y Previsión Social de la ALDF, que el instrumento real que se tiene, es la política salarial y el primer paso lo dará la ciudad de México, hay mucha claridad del jefe de Gobierno, Miguel Ángel Mancera al plantear en este tema, la redistribución del ingreso, la redistribución de la riqueza que tiene una repercusión fundamental en la calidad de vida de las y los mexicanos, de “salirnos de la trampa que generó el hecho de vincular toda una serie instrumentos al salario mínimo”.
Por ello, puntualizó, “el mecanismo que tenemos que generar es: desvincular el salario mínimo de todo el esquema de carácter administrativo, crear, en el caso de la ciudad de México la unidad de medida que servirá para todos los elementos de carácter administrativo, debe estar contemplada en el Código Financiero y en la miscelánea fiscal, debe ser una unidad de medida que se actualice de manera anual”.
Más adelante, enfatizó el legislador, “hay dos maneras, de resolver la pobreza: incorporando a la población al empleo formal con un salario adecuado y prestaciones sociales de calidad o la visión asistencialista y entreguemos despensas en las comunidades más alejadas, más pobres y garanticemos la sobrevivencia, ese es uno de los graves errores de la Cruzada contra el Hambre porque así pareciera que la política pública es garanticemos la sobrevivencia pero no modifiquemos la política de empleo”.
Señaló que “el salario es la mejor manera de distribuir el ingreso y lo que está en el fondo es cómo lo redistribuimos” porque lo que se hace difícil es explicar que la concentración de la riqueza esté en un segmento pequeño de la población y otro gran segmento sólo “sobrevive” o por qué los países de la OCDE, de la cual México forma parte, sí han aumentado sus salarios mínimos.
Recordó que cuando se presentó la Cruzada contra el Hambre se trajo a Lula da Silva y se dijo que ese programa “era la réplica del modelo brasileño, solamente que se les olvidó algo: la reestructuración de la política de empleo y salarial –que hizo- Brasil, complementaria con todas las otras acciones en materia del combate a la pobreza”.
Los defensores del modelo neoliberal, “durante muchos años nos dijeron: necesitamos tener una inflación controlada y una vez que la tengamos podamos liberalizar los salarios, hoy ya tenemos la inflación controlada y nos dicen no, no podemos liberalizar los salarios; necesitamos tener un crecimiento sostenido, hay crecimiento sostenido en términos generales, nos dicen no, tampoco podemos liberalizar los salarios”.
“Hoy lo que nos dicen: es que si liberalizamos los salarios así por decreto y no está sustentado con productividad nos va a generar una espiral inflacionaria, en conclusión –señaló Santillán Pérez- lo que nos quieren decir es que debe estar al arbitrio del patrón, cuando éste reconozca que el trabajo generado por el trabajador le genera una ganancia importante y a partir de ella pueda reconocer y regresarle al trabajador, por lo tanto lo que nos están diciendo es: el Estado que no intervenga”.