Conducta agresiva, desorden público, así como diferentes formas de marginación social, son producto del consumo de los denominados inhalantes que están ocasionando graves daños en la salud de los consumidores, principalmente a los jóvenes y que habitan en zonas marginadas del país, declaró la diputada Maricela Contreras Julián.
La presidenta de la Comisión de Salud de la ALDF comentó que el uso de este tipo de drogas se centra especialmente entre jóvenes de 13 y hasta los 17 años.
Agregó que su “popularidad” es catalogada como el inicio del consumo de drogas, pues de acuerdo con la Encuesta Nacional de adicciones 2008, el 68.8% de personas menores de 17 años probaron algún inhalante como paso previo a cualquier otra droga.
Al participar en el Foro sobre Prevención de las Adicciones, la legisladora explicó que el consumo de inhalantes es el primer paso para después consumir sustancias psicoactivas más especializadas como el opio, la cocaína, crack o anfetaminas.
En su intervención, en la mesa 3 Problemática en el Consumo de Inhalantes y el Marco Jurídico para su Prevención, Maricela Contreras dijo que desafortunadamente no se ha puesto la atención necesaria en este tema, ignorándose los daños que provocan en la salud y prevalece un desconocimiento general de los problemas asociados al consumo de inhalantes.
Sostuvo que por ser creadas para otros fines, no causar adicción como otras drogas y no está prohibida o regulada su venta a menores de edad, de tal manera que las sustancias inhalantes no sólo son de fácil accesibilidad, sino que son una droga subestimada, porque los efectos pasan rápidamente y, para mantener el estado de intoxicación, son necesarias repetidas inhalaciones.
En el acto que se llevó a cabo en la Cámara de Diputados, manifestó que el consumo de estas sustancias presenta un grave problema de salud pública que afecta principalmente a los jóvenes, y según datos de la Secretaría de Desarrollo Social del Distrito Federal, las personas en situación de calle, prácticamente todas, usan frecuentemente un inhalante como droga, agravándose la situación pues encontramos entre esa población a menores de edad.
Puntualizó que entre los factores que encontramos para el creciente consumo de inhalantes, existe la facilidad con la que los jóvenes acceden a los solventes y material tóxico industrial, pues su venta se presenta sin ninguna regulación.
Prácticamente en todo el país, dijo, si eres una persona adicta a las sustancias tóxicas inhalables, se pueden obtener sin mayores problemas en establecimientos de pinturas automotrices, ferreterías, tlapalerías, papelerías, incluso, su venta es permitida a menores de edad.
Mencionó que esa facilidad para obtener los inhalantes es que se trata también de productos comunes como quita esmalte, gas para encendedores, líquidos de limpieza, gasolinas, pegamentos, lacas o pinturas en aerosol.
“Su consumo es asociado a que puede practicarse en cualquier lugar, son fáciles de esconder y difíciles de detectar”, precisó.
Abundó que también influye la invitación o presión de los compañeros de escuela y amigos, o bien diversos motivos personales como son la curiosidad, falta de estímulos, desintegración familiar o la ignorancia y negación de los padres de familia sobre este tipo de problemas en la salud de sus hijos.
Subrayó que estudios de la Organización Panamericana de la Salud indican que el abuso de inhalables puede causar la muerte aún si se trata de la primera vez que se usan; además, su uso continuo provoca dependencia psíquica, creando una situación de necesidad de ingerirlo similar a otras drogas.
Detalló con el consumo de inhalantes el nivel de inteligencia disminuye, se hacen frecuentes los problemas escolares, se presentan cambios y descuido en la apariencia física, falta de higiene, falta de atención, alteración de la memoria, disminución de la capacidad de razonamiento, personalidad antisocial, agresividad, depresión, ataques de pánico, ansiedad y alucinaciones.
A estos efectos de la salud, indicó, se adicionan además de los problemas sociales, otras consecuencias como son las relaciones interpersonales, ya que se prefiere consumir drogas que estar con otras personas, generando un aislamiento del consumidor.
Expuso que se debe trabajar en una política micro de prevención de las adicciones, es decir, de atender los problemas estructurales que llevan al crecimiento de las adicciones como el consumo de inhalantes, la descomposición social por falta de educación, trabajo y, en general, de oportunidades para el ejercicio de los derechos constitucionales, debe ser una línea en las propuestas que se diseñen para la atención de esta problemática que hasta el momento ha sido ignorada.
Lo anterior, en el marco de una política que, insistimos, debe ser con un enfoque de derechos humanos, donde a la persona que veamos con una “mona” no le llamemos criminal y le tendamos la mano para que acceda a mejores oportunidades más que a un arresto o una reincidencia en las drogas, finalizó.