El hombre necesita la idea del azar para entender el universo, por lo que este concepto se halla presente en la evolución de la ciencia, desde las primeras cosmogonías de la antigüedad hasta las teorías más complejas de la mecánica cuántica, explicó el matemático Miguel Ángel García Álvarez en la conferencia “El azar” que dictó en el Centro de Investigación de Matemáticas (Cimat).
El especialista en procesos estocásticos y profesor de matemáticas de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), explicó que en la antigüedad, los fenómenos azarosos se vincularon con lo divino y eran usados para fines mágicos y adivinatorios.
Recordó que en la cultura egipcia o mesopotámica se concebía el universo como una mezcla de fuerzas contradictorias donde todo está regulado por los dioses. Incluso el caos y el desorden pueden aparecer personalizados en figuras divinas.
Una concepción parecida del azar puede hallarse en la mitología del Popol-Vuh donde la creación del mundo está sujeta en determinado momento a la suerte y el azar.
Cuando los griegos empezaron a proponer explicaciones naturalistas del cosmos, el concepto del azar empezó a cobrar un significado más profundo.
Por ejemplo el filósofo Empédocles (490-430 A.C.), pensaba que las cosas que existen en la naturaleza son una mezcla de elementos que se organizan mediante fuerzas contradictorias (amor y odio). Pero estas mezclas se habrían dado sin ningún propósito, es decir de manera caótica o azarosa. Dentro del discurso atomista de Leucipo y Demócrito, el azar también juega un papel importante pues para conformar los cuerpos los átomos se mueven y consolidan sin atender una finalidad determinada.
Epicuro (341-270 A.C.) llega más lejos. Para este filósofo, los átomos que componen los cuerpos no se organizan por un plan divino sino por perturbaciones en su movimiento que producen combinaciones de todo género.
El primer crítico de estas teorías habría sido Aristóteles, quien pensaba que el mundo era orden y finalidad de modo que era imposible que las causas accidentales tyché (suerte) y automaton (casualidad) estuvieran detrás de la creación o configuración de la realidad.
De acuerdo al matemático, en la Edad Media no hubo mucha conceptualización del azar e incluso se siguió usando con fines adivinatorios. Pero una nueva etapa surgió con el Renacimiento y la Modernidad pues ahora los fenómenos naturales empezaron a describirse con leyes y modelos matemáticos.
Aunque este nuevo determinismo mecanicista dio grandes frutos con la tecnología y la revolución industrial, el tema del azar no sólo no desapareció sino que cobró mayor relevancia y se fortaleció con ayuda de las matemáticas.
Fue así que en el siglo XVII surgieron las primeras teorías de la probabilidad, especialmente con la correspondencia entre Blaise Pascal y Pierre de Fermat quienes resolvieron matemáticamente una serie de problemas sobre juegos de azar. En 1657, Christiaan Huygens publicó el tratado De ratiociniis in ludo aleae que se considera el primer trabajo impreso sobre probabilidad y en 1713, Jacobo Bernoulli escribe El arte de la conjetura, una obra paradigmática en la historia de la ciencia probabilística.
Miguel Ángel García explicó que en la segunda mitad del siglo XIX comenzaron a surgir las primeras aplicaciones de la teoría de la probabilidad al tiempo que empezaron a estudiarse más fenómenos donde intervenía el azar. Recordó que la teoría de la evolución de Charles Darwin ya plantea que el surgimiento de las especies es al azar mientras que la teoría de la herencia de Gregor Mendel afirma que las características genéticas se transmiten azarosamente de un individuo a otro.
Pero mientras imperó el determinismo mecanicista, el azar fue entendido como ignorancia o falta de información respecto de las leyes que rigen un fenómeno. No fue sino hasta el siglo XX que el azar se convirtió en algo objetivo. Al hablar de la cinética de los gases, Henri Poincaré, consideró que el azar no es ignorancia o limitado conocimiento de lo real, sino una parte de la misma configuración de la realidad.
El azar se volvió entonces el protagonista del discurso científico y echó por tierra las aspiraciones originales del determinismo mecanicista. Hoy en nuestros días se entiende que el mundo está sujeto a leyes más bien probabilísticas y que a nivel microscópico la materia se comporta aleatoriamente.
Las nuevas concepciones del azar, contenidas por ejemplo en la teoría del caos o la mecánica cuántica, establecen que pequeñas variaciones en las condiciones iniciales de un sistema pueden provocar grandes cambios al extremo de volver impredecible un fenómeno. Más aun, que el azar es algo intrínseco e irreductible en la naturaleza.
Para finalizar, García Álvarez advirtió que el tema del azar sigue despertando polémica tanto a nivel científico como filosófico.
La conferencia “El azar” fue dictada este lunes 29 de abril como parte de las actividades que se organizaron por el año Internacional de la Estadística.