Los componentes de la milpa de los mayas (maíz, frijol, calabaza) serán los primeros huéspedes del Banco. Las semillas y su ácido desoxirribonucleico (ADN) serán incorporados a los cuartos fríos diseñados para tal efecto. Cada lote de semillas o ADN serán etiquetados con un código de barras y con información básica para su conservación.
El Banco de Germoplasma del Parque de Investigación Científica de Yucatán (PICY), será el primero en su tipo en el trópico mexicano y el cual está listo para inaugurarse.
Con una inversión de 45 millones de pesos, el Banco de Germoplasma tiene como objetivo fundamental la conservación de material genético en cualquiera de sus formas reproductivas sean semillas, esquejes y tubérculos, entre otros.
“Es un proyecto de gran visión que tiene, entre otros componentes, todos aquellos organismos de la flora que tienen importancia para el sector social como son alimentos, plantas medicinales, maderas preciosas, árboles frutales, una gran colección de vegetales recalcitrantes, de plantas en peligro de extinción y las endémicas”, explica Alfonso Larqué Saavedra, coordinador de la sección de agrociencias de la Academia Mexicana de Ciencias.
El Banco de Germoplasma –agrega- ocupa una extensión de alrededor de seis hectáreas dentro del PICY, y está concebido en dos secciones: conservación in situ (campos experimentales) y conservación ex situ, utilizando los sistemas más avanzados para la conservación hasta ahora existentes.
El Banco está conformado por cinco cuartos fríos de 5x3 metros cuadrados y seis ultracongeladores que almacenarán lo que se ha llamado “bibliotecas genómicas”, las cuales se identificarán con la técnica de código de barras. La capacidad de accesos será de manera continua para los próximos diez años, lo que lo convierte en uno de los más grandes del país.
En México existen varios bancos de germoplasma, entre los más importantes están el Centro Nacional de Recursos Genéticos, en Tepatitlán, Jalisco, y el Banco de Semillas del Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo, en Texcoco, Estado de México.
“Creo que es uno de los logros más formales que pudiésemos haber concretado para dar el reconocimiento y el respeto que necesita una megadiversidad como la que tiene México. De tal manera que es conveniente que se conserve esa riqueza y en algunos lugares se ha hecho ese esfuerzo para la conservación de los organismos en bancos de germoplasma y eso se pudo concretar en esta parte de país”.
En opinión de Larqué Saavedra, el Banco de Germoplasma del Centro de Investigación Científica de Yucatán es una aportación a la ciencia mexicana que permitirá a las próximas generaciones de investigadores tener acceso a una gran cantidad de material que por una u otra razón está en peligro de extinción, así como la oportunidad de acceder al genoma para poder patentar o aislar aquellos genes que sinteticen productos de importancia para la humanidad.
“Es tan importante la conservación que cuando empezó el nuevo milenio, precisamente los ingleses en sus famosos Kew gardens establecieron lo que llamaron el Banco del Milenio, y han iniciado la colecta solicitando que se envíe material para la preservación. Lo mismo sucedió en Noruega, en donde hicieron un banco en una isla que está permanentemente cubierta por hielo, de tal forma que entra material genético de todo el mundo, pero son fundamentalmente semillas ortodoxas (las cuales sobreviven a periodos de desecación y congelación durante su conservación ex situ)”
Alfonso Larqué hace referencia del Millennium Seed Building Partnership, en Londres, Inglaterra y el Svakbard Global Seed Vault, en el archipélago noruego de Svalbard, donde además de llevar trabajos de conservación de germoplasma, aportan conocimiento científico orientado a la optimización y uso de los recursos fitogenéticos.
Estos dos laboratorios –precisa el investigador del Centro de Investigación Científica de Yucatán- no tienen la capacidad suficiente para la preservación de materiales tropicales como son los organismos recalcitrantes que demandan un tratamiento muy específico, de tal manera que para México es un logro que se haya concretado este laboratorio con el apoyo del Conacyt, del gobierno del estado de Yucatán, la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales, el Centro de Investigación Científica de Yucatán y otras instituciones, para hacer que la biodiversidad se convierta efectivamente en un cheque académico que se espera tenga repercusiones fuertes en el sector económico.
Para la operación y mantenimiento del Banco de Germoplasma, indica que se necesitarán entre 800 mil y un millón de pesos anuales, así como personal calificado, con una planta de al menos 10 investigadores -quienes serán los curadores-, además de técnicos y jardineros, entre otros, lo que a su vez llevará a la generación de empleos.
“En el parque se esta edificando una planta procesadora de semillas que demandará mano de obra, de tal manera que se establecerá la vinculación entre la academia, el sector empresarial y el gobierno. Es el modelo ideal de la ´triple hélice´ que esperamos sea un ejemplo en esta parte del país donde el compromiso es empujar para poder aportar algo al bienestar social”.
Hagamos eco –añade- en el establecimiento de este banco, precisamente para reconocer que la biodiversidad del trópico mexicano es de lo más rica y que se han tomado riesgos y acciones, creando este espacio para coadyuvar a su preservación.