Aunque las nebulosas NGC 6826, o Parpadeo, y NGC 7009, o Saturno, se encuentran a distancias de entre tres mil y cinco mil años luz de la Tierra, Celia Rosa Fierro Santillán, estudiante de doctorado del Instituto de Astronomía (IA) de la UNAM, participa en el desarrollo de un método útil para investigar con más precisión su ubicación, así como temperatura, densidad y composición química.
Con Leonid Georgiev, Antonio Peimbert y Christophe Morisset, investigadores del IA, sus maestros y asesores de tesis, desarrollaron una técnica que analiza la nebulosa planetaria y su estrella central de forma integral, no separada, como se hace de manera habitual.
“La distancia a las nebulosas planetarias tiene grandes incertidumbres. Como no podemos acercarnos a ellas para medirlas o tomar muestras, los cálculos sobre sus características se hacen con métodos indirectos. Además, se estudia por separado la estrella –que está en el centro– y el cascarón gaseoso que la rodea. Nuestra propuesta es analizar ambas como una entidad y comparar los resultados del análisis numérico con lo observado previamente con el telescopio”, explicó Fierro Santillán, en entrevista.
Para reducir la incertidumbre y conocer, además de la distancia, los “ingredientes” de las nebulosas planetarias –consideradas por muchos los objetos celestes más bellos del Universo–, la ingeniera en computación y maestra en astronomía ha dedicado su tesis doctoral al desarrollo de modelos, que explican con éxito las observaciones de las nebulosas NGC 6826, o Parpadeo, y NGC 7009, o Saturno.
“En términos astronómicos, ambas están cerca de la Tierra y son objetos conocidos por los astrónomos, así que el método nos ayudó a profundizar en su estudio. Próximamente estudiaremos seis más con este método”, comentó Fierro, quien en dos meses concluirá su tesis para titularse como doctora en Astronomía por la UNAM.
Resultados simultáneos
Los astrónomos llaman a su abordaje “modelo estelar-nebular autoconsistente”, pues reproduce simultáneamente las observaciones de la estrella (el núcleo desnudo de una como el Sol) y la nebulosa (el cascarón o envoltura gaseosa).
La primera parte la realizan con observaciones directas con el telescopio. “Para mi tesis tuve cuatro campañas de observación, de tres a cinco noches cada una, en el Observatorio Astronómico Nacional, ubicado en San Pedro Mártir, Baja California. Una sola temporada de observación puede generar material para seis meses de análisis en la computadora”, comentó.
Entre sus resultados, Fierro Santillán encontró que las dos nebulosas planetarias estudiadas tienen una composición homogénea y fuertes vientos.
Su composición química es de hidrógeno, helio, fósforo, azufre, hierro, silicio, carbono, nitrógeno y oxígeno. “Pudimos comprobar que ambas son ricas en los tres últimos elementos, lo que es característico de estos objetos que están en agonía, pues las nebulosas planetarias son la muerte de las estrellas”, finalizó.