La alerta sísmica a la ciudad de México puede ser muy útil para desalojar cierto tipo de inmuebles y registrar temblores específicos, particularmente los que están en la costa, pero no es una panacea para evitar daños y pérdidas humanas, aseguró el geofísico Gerardo Suárez Reynoso.
El especialista es sismos adscrito al Instituto de Geofísica de la UNAM añadió que si a esto le agregamos que la alerta sísmica con la que cuenta el país solo tiene 230 usuarios, entre ellos instituciones de gobierno, oficinas de emergencias, el Sistema de Transporte Colectivo (Metro), algunas escuelas, radio y televisión, quedan fuera de aviso, en caso de un terremoto, la mayoría de las escuelas, hospitales, museos, centros comerciales, oficinas públicas y privadas.
Señalo, sin embargo, que el gobierno del Distrito Federal ha patrocinado un proyecto de modernización que contempla la ampliación de la alerta en la costa del Pacífico y la instalación de sistemas de alertamiento en la mayor parte de las escuelas de la ciudad.
El miembro de la Academia Mexicana de Ciencias (AMC) desde 1985 en el área de Geociencias dijo que pese a ello, los sistemas de alertamiento temprano (SAT) cuentan con un adecuado desarrollo tecnológico en electrónica, comunicaciones y cómputo para captar datos de la ocurrencia de un movimiento, aunque la parte débil son los programas de acción y los protocolos de respuesta.
Al respecto, explicó que el SAT con casi 20 años de existencia en la capital del país, ha enfrentado dos retos, uno técnico y otro social. El primero para seleccionar instrumentación, sistemas de telecomunicación, de análisis de información y emisión de alertas y alarmas en caso de eventos naturales; mientras que el segundo en definir objetivos, usuarios y protocolos de acción para la población en caso de una emergencia. “De nada sirve la tecnología si no sabemos cómo reaccionar”.
México es pionero en sistemas de alertamiento y es uno de los países que lo tiene operando en la capital, además de Japón –con cobertura nacional y mayor desarrollo y protocolos de asistencia a la población--, Rumania, Taiwán y Turquía.
Para el investigador Suárez Reynoso no obstante, hablar de una cultura sísmica en la sociedad mexicana no solo es contar con una alerta sísmica que sea extensiva al mayor número de usuarios posibles, sino considerar también varios aspectos que conlleven a mitigar los posibles daños.
“Debemos tomar las medidas que nos indica el sentido común: construir casas y edificios de acuerdo a las normas, establecer programas de protección civil y educar a la población. Tenemos que entender que los sismos no pueden evitarse ni pronosticarse”, indicó.
Consideró que como sociedad nos falta camino por recorrer para estar inmersos dentro de una cultura sísmica, la cual, en su opinión, consiste en aceptar que “muchas ciudades mexicanas están altamente expuestas a un peligro sísmico y en la mayoría esto no ha sido siquiera reconocido”.
Agregó que una vez aceptada la presencia de este peligro, se deben iniciar acciones que conlleven a mitigar los posibles daños, tales como: conocer mejor las condiciones del terreno, hacer un análisis del peligro sísmico en cada zona con sus características particulares, establecer normas de construcción acordes y promover planes y programas de protección civil diseñados específicamente para la situación local y particular del sitio.
México es un país sísmicamente activo. En el 2011 registró 4160 temblores de pequeña magnitud; en los últimos 110 años ha habido 160 movimientos telúricos con magnitudes mayores a 6.5 grados Richter. “En tanto mejor informada esté la población en el tema mejor respuesta tendrá ante un evento sísmico reduciendo con ello la pérdida de vidas humanas, principalmente”, concluyó.