La publicación del artículo de James Watson y Francis Crick: "Molecular Structure of Nucleic Acids" en la revista Nature el 25 de abril de 1953, representó una revolución en la biología al permitir comprender la estructura del ácido desoxirribonucléico (ADN) y, a partir de ella, muchos de los procesos que ocurren en los seres vivos. Es el material que trasmite los rasgos hereditarios y contiene la información genética fundamental para el funcionamiento y desarrollo de todos los organismos conocidos, incluso virus.
Luis Herrera Estrella, director del Laboratorio de Nacional de Genómica para la Biodiversidad y miembro de la Academia Mexicana de Ciencias, explicó que el trabajo del bioquímico estadounidense James Watson y el biólogo británico Francis Crick tuvo un impacto fundamental en la biología moderna.
Todo lo que es el ADN recombinante, la ingeniería genética, la secuenciación de genomas, dijo el investigador, tiene una derivación del trabajo de Watson y Crick, considerados los padres del ADN, quienes fueron reconocidos con el Premio Nobel en 1962 por sus descubrimientos acerca de la estructura molecular de los ácidos nucleicos y su importancia para la transferencia de información en la materia viva.
La clave de este avance científico se dio gracias a la famosa imagen 51, tomada por Rosalind Franklin, quien realizaba estudios de cristalografía en Escherichia Coli y logró captar la estructura del ADN.
“Hoy en día, si cualquier cristalógrafo ve esa imagen captada por Franklin, dirá que es una doble hélice. El gran mérito de Watson y Crick es que cuando no se tenía todo ese conocimiento ellos propusieron que era una doble hélice y establecieron, con muy poca información, un modelo preciso", añadió Herrera Estrella.
“Se adelantaron –dijo- unos 10 o 15 años al descubrimiento que hubiera llevado a la ciencia a la doble hélice, con un ingenio sorprendente, además en un texto escrito con precisión, un artículo de apenas una cuartilla".
A 60 años de este hito histórico, mucho se ha avanzado en la comprensión de esta estructura formada por Adenina, Timina, Guanina y Citosina, las bases nitrogenadas que forman parte de los ácidos nucleicos.
Aun así, su estudio aún plantea grandes retos, principalmente, sobre cómo se traduce la información en un fenotipo, es decir, la forma y el comportamiento de un organismo bajo diferentes condiciones.
Sobre esto, el investigador reflexionó sobre la necesidad de saber "por qué un maíz es más tolerante a la sequía que otro, o por qué es más tolerante a la temperatura? ¿Cómo se puede predecir el fenotipo que presentará un organismo bajo ciertas condiciones específicas, conociendo su genoma?
"Por ejemplo, en el caso del cáncer, por qué del 20 por ciento de los portadores de los genes que ahora sabemos están relacionados con la enfermedad, solo al 0.1 por ciento le da cáncer, ¿se debe al ambiente?”, se preguntó. "Eso es parte de lo que todavía no comprendemos".
Otro de los retos que el experto en fisiología vegetal estimó que falta por resolver, es el comportamiento del genoma a nivel epigenético, es decir, por qué sin cambiar las letras del ADN se pueden alterar los procesos de metilación´(desarrollo que participa en la regulación de la expresión genética) y eso genera alteraciones que hacen propenso a un organismo a vivir más o menos, o a desarrollar ciertas enfermedades o resistirlas.
"Estamos hablando de una nueva generación de cambios respecto a factores externos. Conocer el genoma no nos dice todo de un organismo, porque no podemos predecir su fenotipo y parte de éste depende de las marcas ambientales", finalizó.