En algunas economías emergentes, el peso de la informalidad en la actividad y el empleo es relevante.

Por ejemplo, para los siete países más grandes de Latinoamérica, se estima que la economía informal representa, en promedio, el 39% del PIB, mientras que cerca del 57% del empleo total de esos países está en situación de informalidad, donde se incluye tanto el empleo propiamente en empresas pertenecientes al sector informal, como empleo en situación informal en empresas fuera del sector informal.

Si la economía informal es aquella parte que se escapa a las regulaciones vigentes, parece claro que su medición está sujeta a una elevada incertidumbre, tanto en su importancia en la actividad medida por el PIB como en el empleo.

En lo que se refiere al empleo, se puede distinguir además el empleo informal por estar dedicado a actividades informales como el empleo informal dentro de empresas formales.

Altos niveles de economía informal son resultado de factores ligados al entorno regulatorio en el que se desenvuelve la actividad económica: los costos que supone su cumplimiento para los regulados y la fortaleza en la persecución de los incumplimientos por parte del regulador. Una normatividad compleja, de cumplimiento costoso en términos no sólo de tarifas sino de trámites y a la vez una probabilidad no alta de no ser sancionado por el incumplimiento de las normas, son elementos que alientan la informalidad.

Dado que los costos de cumplimiento de la norma y la posibilidad de ser detectado crecen con el tamaño del negocio, se desincentiva lograr economías de escala, lo que limita la acumulación de capital y la inversión y más si, como ocurre, esta situación dificulta el acceso al financiamiento bancario.

Todos estos factores limitan la productividad de la economía y la acumulación de capital, por lo que alcanzar un mayor nivel de PIB per cápita en el país requerirá cambios que promuevan una mayor formalización de la economía.

Altos niveles de informalidad coinciden con bajos niveles de desarrollo económico, lo que se observa en niveles comparativamente bajos de PIB per cápita. Esto como respuesta a la también baja productividad.