“Hablar de inclusión financiera obliga inevitablemente a reconocer las duras lecciones que aún debemos digerir sobre la economía de la pobreza. Como punto de partida, se debe aceptar que un bajo coeficiente de inclusión financiera se asocia con altos índices de pobreza”.

Así lo afirmó Agustín Carstens, Gobernador del Banco de México, al señalar que los primeros pasos para enfrentar con acierto el gran problema de la exclusión financiera, son conocer y entender los múltiples mecanismos de intermediación financiera informal que el ingenio, la necesidad y las costumbres han creado en México.

Indicó que el gran reto de las autoridades financieras “es crear las condiciones para que estas necesidades; ahorro y financiamiento, encuentren cauces modernos, confiables y eficientes, que permitan evolucionar los modelos populares de ahorro y crédito hacia canales formales.

“La reciente Reforma Financiera, sin duda, abona de manera significativa en este sentido.

“A la par de la Reforma Financiera hay otra reforma, igualmente promovida por el Gobierno del presidente Peña Nieto, que permitirá explotar a plenitud el potencial tecnológico en beneficio de una mayor inclusión financiera. Me refiero a la Reforma en Telecomunicaciones”.

Carstens enfatizó que “una mayor competencia en telecomunicaciones generará un abatimiento en los costos de transacción en múltiples operaciones de integración financiera, desde las básicas hasta las más complejas. Servicios de telecomunicación más accesibles en costo, más eficientes y de mayor calidad y cobertura, significarán un acceso más franco a la intermediación financiera para la población de menores recursos y, por ende, elevará las posibilidades de bancarizar a un elevado porcentaje de nuestra población”.

El Gobernador del Banco de México, enfatizó que “sólo mediante las sinergias entre reformas estructurales, regulación y políticas públicas responsables y sólidas, terminaremos con la perversa paradoja de que no hay condición más cara y costosa que la de ser pobre”.

“Hablar de inclusión financiera obliga inevitablemente a reconocer las duras lecciones que aún debemos digerir sobre la economía de la pobreza. Como punto de partida, se debe aceptar que un bajo coeficiente de inclusión financiera se asocia con altos índices de pobreza”, insistió.