El panorama de las tasas gubernamentales mexicanas está marcado, más que por factores domésticos como la inflación o la perspectiva de política monetaria, por la abundancia de liquidez global, que favorece la entrada de flujos de capital.

Así lo señalan analistas de BBVA en su análisis semanal, donde añaden que las perspectivas de inflación doméstica permanecen bien ancladas en niveles históricamente bajos a pesar de los recientes repuntes de precios por problemas de oferta de productos alimenticios, sin que existan presiones de demanda relevantes.

En este sentido, una descomposición de la inflación entre la incidencia de la oferta y de la demanda muestra como el tipo de cambio o los precios de las materias primas están muy relacionados con el factor de oferta. Oscilaciones relevantes de los mismos inciden en las variaciones de precios.

Un factor de demanda muy estable refleja la ausencia de tensiones en los mercados de factores –laboral, crédito, capacidad instalada– para atender el crecimiento del gasto: se mantiene la holgura de la economía.

Como resultado, parece razonable pensar que Banxico seguirá avanzando en su cuarto año de pausa monetaria. Sólo cabría pensar en recortes de tasas en un escenario de rápido e intenso deterioro del balance de riesgos de actividad, lo que llevaría además aparejado un tensionamiento relativo de la política monetaria mexicana dada la previsible expansión cuantitativa adicional en EEUU.

En esta situación de estabilidad en lo doméstico, el comportamiento de las tasas de mediano y largo plazo –en mínimos históricos– está siendo dirigido por la entrada de flujos desde el exterior a la búsqueda de rentabilidad real en economías con fortaleza fiscal, margen de recorte de tasas en política monetaria, sin desequilibrios externos y alejadas del foco de la crisis en el área del euro, como es el caso de la economía mexicana. Con todo, como se ilustra en la publicación, los niveles tan bajos alcanzados por las tasas largas de México, son consistentes con una prima por liquidez prácticamente inexistente dados los niveles del riesgo de crédito.

Cambios en las perspectivas de política monetaria –al alza-, un evento de riesgo sistémico o una expansión cuantitativa que llevase

a los inversores a preferir renta variable frente a renta fija serían factores que llevarían a una alza de las tasas locales más allá de la consistente con la referencia del bono del Tesoro de EEUU y la perspectiva de crecimiento e inflación local.