Uno de los primeros mexicanos en morir en Irak fue Jesús Alberto Suárez del Solar, nacido en Tijuana en Noviembre del 1982, y quien fue al frente de guerra recién casado tras recibir entrenamiento en Camp Pendelton, California.

Residente en Escondido, a unos kilómetros de San Diego, Suárez del Solar llegó a Kuwait y luego a Irak en marzo del 2003 como parte de la invasión. Suárez sufrió discriminación a lo largo de su entrenamiento previo dentro del ejército, por su origen mexicano, de acuerdo a su padre.

El 20 de marzo del 2003, Bush ordenó atacar a Irak. Siete días después, Jesús moría víctima de una bomba de racimo estadounidense, colocada por los invasores, en el desierto del sur iraquí no muy lejos de Nasiriya. Su padre investigó lo ocurrido yendo hasta allí meses después, donde encontró en medio de la arena una botella de salsa Tabasco, como las que solía portar su hijo dentro de su mochila.

Atando cabos, Fernando Suárez dedujo que su hijo fue conducido por su capitán, de quien había sufrido humillaciones previas, hasta el frente de su batallón para averiguar dónde podía haber minas, hasta que una de ellas, colocada previamente por el ejército invasor, le quitó la vida. “Una baja bajo fuego amigo”, dijo entonces el parte oficial del

Pentágono.

Fernando viajó dos veces a Irak para llevar ayuda a la población civil, tras una colecta que organizó con otros activistas en Estados Unidos. Estuvo en Irak en diciembre del 2003 con Medea Benjamín, la hiperactiva luchadora social de las ONGs Global Exchange y Code Pink.

En Bagdad, visitó al entonces procónsul de las tropas de ocupación,

Paul Bremer y al general Ramón Sánchez, tejano de origen mexicano y entonces jefe del estado mayor conjunto de las Fuerzas Armadas de

Estados Unidos en Irak.

Fernando los increpó por la muerte de su hijo, de otros soldados, de miles de iraquíes y la destrucción de Irak. Lo único que alcanzaron a decir fue "sentimos mucho la muerte de su hijo". Ahora Fernando es un destacado activista contra la guerra, que da conferencias contra el reclutamiento militar en escuelas de todo Estados Unidos.

En mayo del 2006, me llevó a una iglesia cerca de La Jolla California a ver el documental hecho por el activista Cole Miller (This email address is being protected from spambots. You need JavaScript enabled to view it.), sobre los 4 niños que había logrado sacar el mismo Miller con muchos esfuerzos de Irak, para llevarlos a hospitales de Estados Unidos a operar. Allí vimos cómo los niños de

Faluya y otras ciudades iraquíes, víctimas de los bombardeos de la aviación estadounidense hechos con fósforo blanco, con heridas muy graves, llegaban a hospitales de Boston o Los Ángeles para ser intervenidos, una vez superados los trámites de visa que exigía la embajada de EU en Jordania.

Después, Fernando encabezó una Marcha por la Paz desde Tijuana hasta San Francisco, emulando a Mahatma Gandhi y Martin Luther King. En dos ocasiones distintas vino Fernando a México a promover la paz.

El 23 de febrero del 2005, en el cine de Tonatico, estado de México,

Fernando pidió a los familiares de los jóvenes migrantes de esa localidad (al menos el 25% de los tonatiquenses viven en Estados

Unidos, principalmente en Waekeegan, Illinois) no enlistarse en el ejército, ni aún bajo las promesas de conseguir la ciudadanía y becas para continuar sus estudios. Allí fue recibido por el entonces alcalde

Arturo Hernández Tapia y el padre de un soldado que peleó en la primera guerra del Golfo Pérsico, en 1991. Todos llamaron a los migrantes a no adherirse a las Fuerzas Armadas estadounidenses.

Ese mismo día en Taxco, Guerrero, en el Museo de Historia Virreinal cerca de la Iglesia de Santa Prisca, Fernando pidió al gobierno de

México elaborar un censo sobre el número de soldados mexicanos muertos en Irak a partir de marzo del 2003. Fernando coordina en Escondido la organización Guerrero Azteca por la Paz. (www.guerreroazteca.org).

En tanto, tres padres que pidieron el anonimato del valle de Mexicali y Calexico, con tres hijos muertos en Irak, buscan justicia: castigo para el ex secretario de Defensa Donald Rumsfeld; el ex asesor de la Casa Blanca Richard Pearle; el ex súper asesor Kart Robe; el ex presidente Bush, su ex vicepresidente Dick Cheney y el ex director del Banco Mundial Paul Wolfowitz; el ex secretario de Estado Collin Powell y su sucesora Condoleezza Rice, todos promotores de la invasión a Irak.

Todos estos personajes viven en la más completa impunidad, sin que ningún juez les entable ningún juicio todavía, a excepción de Rumsfeld, dado que la Audiencia Nacional de España mantenía una querella contra él por parte de abogados de la familia del camarógrafo español José Couso de la Cadena Telecinco , asesinado por un tanque estadounidense en Bagdad en el 2003, juicio que fue finalmente desechado en esa Corte española.

*Estractos del libro "La carroza negra de Bush. Soldados mexicanos en Irak y Afganistán" México, 2009.

Addendo

Muchos datos comienzan a surgir con el paso de los años. En 2009, el mismo Bush reconoció en una entrevista con la televisora ABC que efectivamente "no habían armas de destrucción masiva en Irak", pretexto que esgrimió para invadir al país árabe. Antes ya había reconocido las fallas de sus servicios de inteligencia en torno al supuesto arsenal de Saddam Hussein en un discurso que dio en el Widrow Wilson Center en Washington DC.

Por su parte, el ex premier británico Tony Blair ha testificado ante una comisión en Londres que investiga su participación en la guerra.

En dicha comparecencia, fue increpado por familiares de soldados muertos en el frente. Su nombre derivo en "Blair el mentiroso" (BLAIR), al comprobarse que Hussein no tenía armas de destrucción masiva. Fotos (www.stopwar.org.uk). Este jueves se presentará en Londres el libro "El pueblo vs Blair" comentado por el diputado socialista Jeremias Corbyn.

Respecto a México, hacia el 18 de marzo, en una reunión en Los Pinos, el ex canciller Luis Ernesto Derbez y el embajador mexicano en la ONU Adolfo Aguilar Zinzer (QEPD) insistieron a Vicente Fox no acompañar a Bush en su aventura bélica.

Sin embargo, el ex canciller Jorge G. Castañeda seguía aconsejando al político panista de Guanajuato metido a Presidente de México, e insistía en votar, llegado el caso, en el Consejo de Seguridad de la ONU, a favor de la guerra, tal como su amigo, el Secretario de Estado Colin Powell le había pedido en varias y diferentes ocasiones.

Si no ocurría tal votación, Castañeda exigió no escatimar asistencia a Bush (más allá de la entrega petrolera cotidiana, entrenamiento para los Marines en el desierto de Sonora, entre otras fechorías.)

Entonces, Martha Sahagún terció y dijo NO, porque el Papa Juan Pablo II estaba en contra de esa guerra y ella, fiel a su religión católica y a sus vínculos con el Vaticano, era leal a Su Santidad. Para entonces, Aguilar Zínzer estaba vigilado las 24 horas del día en Nueva York tanto dentro de su apartamento de

Manhattan como en su oficina en Naciones Unidas, por el FBI. En uno de esos largos días de discusiones en el Consejo de Seguridad, el embajador de Bush ante la ONU, el halcón mayor John Dimitri

Negroponte, hizo un comentario de pésimo gusto sobre Aguilar Zínzer, que los micrófonos de la prensa captaron: era una agresión verbal.