La cloaca destapada en la llamada Línea Dorada del Metro de la ciudad de México, se suma a la anti ingeniería que está documentando nuestro colaborador Ángel Pujalte Piñeiro, quien sostiene, con fundamento profesional, que las obras públicas en México las autorizan funcionarios ignorantes que solo buscan tajadas. Aquí sus consideraciones.
“No se engaña al mundo real. Parece que el único acierto de La Línea Dorada fue cambiar el sistema de llantas por riel. Pero la improvisación o mejor dicho la ignorancia y estupidez aderezada con irresponsabilidad, que la realidad saca a flote, no tiene nombre.
“No es la primera vez que se comete un error tan garrafal como instalar vías que no coinciden con los trenes. Esa misma burrada la cometió Bufete Industrial cuando construyó el tren ligero que va de Taxqueña a Xochimilco. Y también ignoraban todo de la geometría de los rieles y del trazo de las vías.
“Pero en aquélla ocasión, el ingeniero mexicano Enrique Celada, ferrocarrilero de Ferrocarriles Nacionales de México, quien a pesar de que lo llamaron para buscar la forma de esconder las burradas de la manera más barata posible, se encargó de hacer ver y corregir todos los detalles que los mercenarios de las obras no habían tomado en cuenta, como la geometría de los rieles y del trazo de la vía.
“En aquella ocasión, la colección de burradas también incluía despreocupación de la mecánica de suelos, del drenaje y otras linduras propias de atolondrados.
“Pero ¿qué querían?: velocidad o precisión. El Bufete Industrial forjó su prestigia a pulso. Como principal contratista de Pemex y lograr la “proeza” de construir Tabasco 2000 en un pantano, superando el problema del agua en las inundadas cepas de cimentación, que quedaban muy abajo del nivel de aguas freáticas en época de secas.
“¿De qué se sorprenden de lo que pasa en época de lluvias?
Total ¿Qué importa lo que suceda después de cobrar? La ingeniería o suerte de los mercenarios de la construcción, consiste en que el teatrito se caiga hasta después de cobrar.
“Y entonces mostrarán su ingenio para buscar a donde o a quien echar la culpa. De allí la palabra ingeniería, de ingenio. No de saber ni prever nada y menos de pensar antes de actuar. De profesionalismo o profesionalidad o nada que empiece con pro, mejor ni hablar, porque ¿Qué es eso?
“Dudo que en seis meses corrijan o escondan todos los problemas ni que sean de veinte centavos. Es lo normal cuando irresponsables improvisan las obras sobre la marcha y resuelven los problemas conforme van apareciendo. Allí tienen este problema. A ver ahora que hacen.
“Pero el principal problema no es el de unos ineptos delincuentes mercenarios de la construcción ni la corrupción de funcionarios públicos, sino el de una sociedad que no puede progresar porque no dejan de saquearla y entregarle puras porquerías, que no sirven para propiciar su bienestar y prosperidad material.
“¿Qué es lo que hace la verdadera Ingeniería Civil, de la que ya poco recuerdo queda?
De allí mi sempiterno reclamo de verdaderas leyes: de profesiones, de la Planeación física del territorio, de Obras Públicas y Reglamentos de la Construcción, para subir a las vías el tren del desarrollo, a unas vías que conduzcan a verdadero beneficio social”.
Ángel Pujalte Piñeiro es autor de: La infracultura en la construcción, La anomia, Disección de la Ley de Obras Publicas y Servicios Relacionados con las Mismas, ¿A dónde Vamos, México? ¡Fe de Erratas del Desarrollo Nacional! y en proceso de publicación: El descalabro de la razón, La hermana perversa de la Ingeniería Civil y Recensión metafísica.