La estabilidad macroeconómica es una de sus fortalezas más ampliamente reconocidas de México; sin embargo, aunque es una condición necesaria no es suficiente para ampliar la capacidad de crecimiento en los próximos años, advirtió Eduardo Loría, coordinador del Centro de Modelística y Pronósticos Económicos de la Facultad de Economía de la UNAM.
El especialista, miembro de la Academia Mexicana de Ciencias, dijo que sería deseable que México creciera a tasas semejantes a las que hubo entre 1978 y 1981, cuando los más altos porcentajes llegaron a ser el 7% y el 11%, pero sin romper los desequilibrios básicos. A la fecha aún no se tienen todas las condiciones ni la infraestructura para lograrlo de nuevo; de hecho, el límite de crecimiento actual se encuentra entre el 3.5% y el 4%, pues un porcentaje mayor tendría repercusiones negativas, como desequilibrio en la cuenta corriente o inflación, aseguró.
¿Qué se necesita para rebasar ese porcentaje? De acuerdo con el experto, la economía mexicana mejoraría, de entrada, si se redujera el nivel de inseguridad y de violencia en el país. Aseguró que ambas restan entre un punto y un punto y medio a su capacidad de crecimiento al provocar el cierre de negocios, realización de pagos de seguros, blindajes, guardias, hospitalizaciones y funerarias, así como que se detenga la producción y distribución de muchos bienes a lo largo del territorio; también impactan negativamente en la atracción del turismo, dijo.
Otro factor que sería favorable consiste en llevar a cabo una serie de reformas estructurales, algunas de ellas ya propuestas por el gobierno federal en curso. Por ejemplo, la reforma política: “(Los mexicanos) estamos sobre representados, tenemos demasiados diputados y senadores, de manera que el gasto que se hace en partidos políticos es enorme; por otro lado, el tiempo entre las elecciones y la toma de poder es larguísimo, es un desgaste enorme para el país, porque hay vacíos de poder muy largos y profundos”.
En este rubro, Eduardo Loría advirtió que también hace falta una reforma que institucionalice las políticas de estado; es decir, que independientemente de cómo quedaran los partidos y las representaciones a lo largo del país en cada periodo de elecciones, los avances logrados permanecieran y así el país pudiera avanzar.
La reforma energética y la fiscal también son fundamentales. Recordó que la recaudación fiscal en relación al PIB en México es una de las más bajas de América Latina. “Por otro lado, vemos que el precio del petróleo comenzó a caer desde el año 2009 y es posible que siga bajando, así como los envíos de las remesas”, lo cual representa una pérdida importante de ingresos. A lo anterior se le añade el alto subsidio a gasolinas.
”Los recursos que tradicionalmente habían evitado la reforma fiscal están dejando de recaudarse. Hay muchas distorsiones que una reforma fiscal tendría que resolver y, al mismo tiempo, atender la problemática que enfrenta PEMEX. Es por esto que la reforma energética y la hacendaria van de la mano”.
El especialista señaló que si las reformas estructurales avanzan y se logra controlar la criminalidad organizada, el crecimiento de nuestra economía hacia el año 2014-2015 podría alcanzar el 4.5% al 5% y para final de sexenio hasta el 5.5 %.
“Un crecimiento económico suficiente será aquel que logre reducir de manera importante la informalidad y la pobreza”. De acuerdo con el especialista, en los años recientes ha ocurrido lo contrario: el trabajo informal crece año con año. “Si se consultan las estadísticas de desempleo en América Latina, somos uno de los países mejor colocados pues tenemos un nivel de desempleo bajo, pero si le damos la vuelta a la página somos el país que tiene la más alta informalidad” comparándonos con economías más fuertes como Chile, Argentina, Uruguay y Brasil, aclaró.
En el país también hay un elevado nivel de subempleo, una variable que muchas veces no se toma en cuenta en los estudios, la cual consiste en que las personas realizan trabajos de menor calificación respecto a la que tienen, o que trabajan menos horas de las que quisieran. “Tenemos un crecimiento económico que no logra captar a toda la población económicamente activa que se incorpora cada año, alrededor de un millón doscientas mil personas; tampoco logra retener a los inmigrantes, que aunque ahora se han reducido podrían ser como 300 o 400 mil personas más; y en términos generales, no se ha logrado reducir notablemente la pobreza”.
Por otro lado, se habla con frecuencia de inyectar más dinero a los diferentes sectores económicos del país, pero el especialista advierte que la inversión debe ser dirigida a “los que generan mayor crecimiento, los que reducen los desequilibrios, los que reducen las distorsiones económicas que existen. Eso es lo que se tendría que revisar como una estrategia de crecimiento económico de largo plazo”, recomendó.