La senadora Silvia Garza Galván, presidenta de la Comisión Especial de Cambio Climático, aseguró que no se trata de un asunto para creyentes, sino de un tema “para todos los habitantes del planeta”, ya que “más allá de la fe que profesemos o si somos ateos o de cualquier otra religión, lo que aquí nos une este día es nuestro interés para la preservación de nuestro hogar, de nuestra madre tierra”.
Dijo que el foro tiene el objetivo de analizar ese documento del Papa y escuchar los argumentos científicos;“escucharemos la parte de la fe y de la ciencia, y puedo asegurarles que al final de nuestro programa sentirán esperanza. Podemos cambiar el mundo; podemos mejorarlo; nosotros podemos ser mejores”.
Hizo notar que internacionalmente se vive un momento decisivo para el presente y el futuro de todos los seres vivos, por lo que la Encíclica sirve como instrumento para replantear nuestra vida, nuestras formas cotidianas de vivir, de encontrarnos con un origen común.
La senadora Luz María Beristaín Navarrete, del Grupo Parlamentario del PRD, dijo que la voz del Papa tiene una herencia progresista y libertadora, que “está revolucionando las declaraciones de la Iglesia católica al entrarle a temas tan importantes, como el cambio climático”.
Indicó que el Senado de la República es un espacio abierto, plural y diverso, por lo que este tipo de encuentros permiten escuchar el punto de vista de todos los sectores, para no descartar ninguna de las voces del país.
En tanto, Rogelio Cabrera López, arzobispo de Monterrey, Nuevo León, comentó que este documento papal se inscribe en un movimiento teológico que busca recordar la responsabilidad que el ser humano tiene con el cuidado de la naturaleza. Además, enfatizó, el tema de la ecología forma ya parte de la enseñanza social de la Iglesia.
Mencionó que la justicia y la caridad son los criterios que deben prevalecer a la hora de la distribución de los bienes, porque es preciso deshacer la compleja y dramática relación que existe entre crisis ambiental y pobreza. El medio ambiente es un bien colectivo, por lo que la responsabilidad de su cuidado es de todos, personas e institucionales, apuntó.
En este sentido, dijo que el daño al medio ambiente afecta a los más pobres, en especial a los pueblos indígenas, quienes tienen una relación especial con la tierra, pues ésta es una expresión fundamental de su identidad.
Dijo que ha sido testigo en diversos estados del país sobre el indiscriminado cambio de uso de suelo, de afluentes llenos de toneladas de basura, de minas que se explotan a cielo abierto, de la reconducción de las aguas de ríos caudalosos hacia las grandes ciudades y de la pobreza de los pueblos, especialmente, de los indígenas.
Hoy, subrayó, tenemos conciencia de que el medio ambiente no es un objeto fuera del hombre sino que el hombre está dentro, es engendrado, nace, se desarrolla, vive y muere en él.; el hombre es tierra.
El obispo auxiliar de Monterrey, Juan Armando Pérez Talamantes, explicó que la Encíclica Laudato Si propone una ecología ambiental, económica y social que reúna y convoque a diálogos a todos los sectores sociales, incluidas las religiones, puesto que éstas tiene un papel en “la formación de las personas y esta ecología integral requiere la integración de los seres humanos entre sí, pero la integración de cada persona también con el medio ambiente”.
Asimismo, sugiere una ecología cultural y de la vida cotidiana, para la cual se tiene que reconocer que no estamos suficientemente educados, por lo que es necesario establecer caminos educativos para lograr dicho objetivo.
María Amparo Martínez Arroyo, directora general del Instituto Nacional de Ecología y Cambio Climático (INECC), manifestó que la Encíclica está del lado de la vida, de la defensa del planeta y en contra de las formas de producción y consumo insustentables e injustas; además de que plantea el reconocimiento de que crisis socioambiental que es compleja, y que se debe atacar de manera integral.
En términos científicos, agregó, la Encíclica plantea principios conocidos en el medio académico, pero le da una dimensión de vanguardia al ser sostenida por un liderazgo espiritual, pues combina un llamado a acabar con la pobreza y la injusticia, con el rescate y la defensa de la naturaleza.
A su vez, Román Uribe, presidente del Instituto Mexicano de Doctrina Social Cristiana (IMDOSOC), señaló que muchos pobres dependen de las reservas naturales y de los servicios ecosistémicos como la agricultura, la pesca y los recursos forestales, pero son afectados por los fenómenos relacionados con el calentamiento global.