Washington - Los desechos que circulan la Tierra en una órbita baja se están convirtiendo en un peligro serio, tanto para las naves espaciales como para los astronautas, y la NASA necesita un plan para reducir este peligro, según el informe emitido el 1 de septiembre por una comisión asesora de expertos.
La agencia espacial de Estados Unidos hace seguimiento de alrededor de 22.000 objetos, que se conocen como basura o chatarra espacial. Sin embargo, el informe del Consejo Nacional de Investigaciones (NRC) publicado el 1 de septiembre calcula que existen otros 500.000 pequeños objetos circulando por el espacio. También hay pedazos de desechos de menos de un centímetro de tamaño y el NRC calcula que hay decenas de millones de estos.
Satélites desactivados, equipos perdidos de anteriores misiones, fragmentos de pintura, restos de choques espaciales y bólidos forman una nube orbital que cada vez va a ser peor.
“Es más probable que los objetos existentes colisionen con otros desechos y produzcan más piezas pequeñas, lo que aumenta las posibilidades de mas colisiones y fallos de satélites”, según el informe, que se titula: “Limiting Future Collision Risk to Spacecraft” (Limitar el riesgo de futuras colisiones con las naves espaciales).
La NASA ha tratado de llevar un control de la chatarra espacial desde 1979, pero las tecnologías actuales no pueden hacer seguimiento de los pedazos pequeños. Los bólidos son pequeñas partículas de cometas o asteroides que viajan por el espacio y atraviesan rápidamente la atmósfera de la Tierra. La ciencia actual no puede seguir su trayectoria hacia nuestro planeta.
La NASA ha adoptado algunos equipos protectores para sus naves espaciales. Lo más destacado es un tipo de escudo que se ha agregado a la Estación Espacial Internacional, pero el problema está aumentando más que la eficacia de las tecnologías pasivas y agrega muchos gastos a las misiones.
Podría parecer que la solución es enviar un equipo de limpieza al espacio, pero el informe pone de relieve complejidades del derecho internacional que inhiben tal esfuerzo. El setenta por ciento de los objetos de basura espacial catalogados provienen de misiones que no son de Estados Unidos y precedentes jurídicos internacionales prohíben a un país recuperar o recoger objetos que pertenezcan a otro gobierno.
Aunque explica el problema en detalle, el informe del NRC no ofrece soluciones que se puedan poner en marcha ahora mismo. Recomienda que la NASA colabore con agencias comerciales, nacionales e internacionales para encontrar medios de evitar la chatarra, así como reducirla y llevar un control.
VEHÍCULO ROBOT EXPLORA NUEVO TERRITORIO
El robot espacial Opportunity dejó la Tierra atrás hace mucho tiempo. Ha invertido más de siete años en observar, tomar muestras y pasearse por la superficie de Marte. Los científicos del Laboratorio de Retropropulsión (JPL), que estudian los datos que el robot envía, anunciaron el 1 de septiembre que la nueva zona de superficie marciana que Opportunity está explorando muestra rocas que nunca se habían estudiado anteriormente. El vehículo robot llegó hace varias semanas al borde de un gran cráter que los científicos han llamado Endeavour.
“Estas rocas son distintas de todas las demás que hemos visto antes en Marte”, dijo Steve Squyres, investigador principal de Opportunity en la Universidad de Cornell. Es casi como si la llegada al [cráter] Endeavour nos haya “dado el equivalente de una segunda zona de aterrizaje para Opportunity”, dijo Squyres en una sesión informativa de la NASA.
El equipo de Opportunity tiene motivos para creer que algunas de las rocas expuestas en el borde del [cráter] Endeavour podrían datar de la historia antigua de Marte e incluir minerales arcillosos en los que pudiera haber más posibilidades de vida. Están guiando al robot sobre un escarpado de la roca que “parece roca sedimentaria que se haya cortado y rellenado con vetas de materiales que posiblemente hayan llegado hasta ahí por medio del agua”, dijo Ray Arvidson, investigador de la misión para la Universidad de Washington en St. Louis.
Opportunity lleva trabajando lo que la NASA denomina “horas extraordinarias” desde 2004 cuando el vehículo completó la misión de 90 días para la que estaba diseñado y que estudiaba la historia de las condiciones ambientales en sitios en los que algunas evidencias de restos indicaban que había habido presencia de agua en algún momento en el pasado. Opportunity, y su vehículo gemelo Spirit, encontraron indicadores geológicos de un pasado acuoso en los dos sitios muy diferentes en los que aterrizaron.
Tras los primeros tres meses, los científicos dirigieron los vehículos a otras localidades en la superficie de Marte, continuando con la búsqueda de restos de agua. Spirit continuó enviando datos útiles hasta 2010, año en que se perdió la comunicación. Hasta el momento, Opportunity ha viajado más de 30 kilómetros, 50 veces la distancia prevista originalmente para la misión.
Con una trayectoria mucho más larga de lo que nunca se anticipó, Opportunity podría experimentar un fallo en sus sistemas en cualquier momento. Mientras tanto, el equipo de JPL se alegra de poder estudiar cualquier nueva imagen de Marte que el vehículo envíe.
Una nueva generación de vehículos para Marte iniciará su viaje próximamente, y se prevé que su lanzamiento se produzca entre finales de noviembre y las tres semanas siguientes.