Académicos de la UNAM realizaron el Mapa de la infraestructura petrolera 1980 -2012, en el que se observa que en ese periodo hubo en México nulo crecimiento en la infraestructura petroquímica y mejoras notables en la destinada al aprovechamiento del gas natural.
En este trabajo, María Teresa Sánchez Salazar y José María Casado Izquierdo, del Instituto de Geografía, conjuntaron información de los lugares donde históricamente se han extraído, procesado y distribuido hidrocarburos en los últimos 30 años para, entre otros objetivos, reflejar los efectos de las políticas federales en materia petrolera a lo largo de este tiempo.
En el mapa resultante se muestra que la construcción de infraestructura para la refinación (transformación del petróleo en productos como gasolina) se estancó a partir de la década de los 80.
“Aunque hubo programas de ampliación no se crearon las refinerías que requería el país. Debido a ello, en México ha aumentado la importación de gasolina. Lo anterior supone que se exporta crudo y se importan productos elaborados, lo que hace que la balanza comercial en ese rubro sea desfavorable para el país”, comentó Casado Izquierdo.
Respecto de la industria petroquímica, se observa un decremento porque gran parte de las pequeñas unidades relacionadas cerraron en las últimas tres décadas. “El declive es tal que hoy llegamos a cifras récord en importación de productos que antes se exportaban como el amoniaco, base de la industria nacional de fertilizantes por años”, apuntó Sánchez Salazar.
Los autores del estudio atribuyen el estancamiento a la carencia de autogestión de Pemex en las últimas tres décadas. Pese a ser la empresa más importante del país, 60 por ciento de sus utilidades se destinaban a cubrir las aportaciones fiscales designadas por el gobierno federal, indicaron.
En el documento, se hace evidente el crecimiento de la infraestructura enfocada al aprovechamiento del gas natural. Desde 1990, este sector fue abierto a la inversión privada, hecho ligado a la apertura paralela del sector eléctrico y con la autorización de permisos a empresas trasnacionales para la construcción de centrales eléctricas de ciclo combinado, que utilizan el gas como combustible.
El incremento en la infraestructura respondió a la necesidad de garantizar el abasto de comburente para dichas centrales eléctricas mediante la construcción de ductos interconectados con Estados Unidos y las nuevas terminales portuarias de gas natural. Además, se incrementó la producción del recurso por el desarrollo de nuevos campos de extracción, como Cuenca de Burgos, Tamaulipas, una de las reservas más importantes del país.