En México, como en el resto del mundo, se registra un envejecimiento poblacional; sin embargo, éste no es un problema, sino un logro social, derivado de la política de salud impulsada por la Organización Mundial de Salud en la década de los años 80, denominada “Salud para todos en el año 2000”, afirmó Víctor Manuel Mendoza Núñez, director de la Facultad de Estudios Superiores (FES) Zaragoza de la UNAM.
Al respecto, resaltó que el impacto del desarrollo tecnológico en el área de la salud ha hecho posible el incremento en la esperanza de vida de los seres humanos. Desde el punto de vista de esta ciencia, un adulto mayor, aún si presenta una enfermedad crónica (no terminal) controlada y funcional, se le considera un individuo sano.
Hoy, prosiguió, unos 10 millones de mexicanos son adultos mayores (nueve por ciento de la población), y en 2030 uno de cada seis (17 por ciento) tendrá más de 60 años, lo que constituye el desafío de brindarles un desarrollo integral.
Modelo de Envejecimiento Activo
En esa entidad multidisciplinaria se estableció un Modelo de Envejecimiento Activo (en 1998 en comunidades de Hidalgo, y Guanajuato, en 2003), a través de la Unidad de Investigación en Gerontología (UIG); su propósito es contribuir a mantener, prolongar y recuperar la funcionalidad física, mental y social de ese segmento, de tal manera que les permita lograr el máximo de salud, bienestar y calidad de vida.
En esa unidad los apoyos materiales no se consideran la única prioridad de los adultos mayores, ni se les visualiza como desvalidos, sino que se fomenta su desarrollo integral.
Debemos reconocer que los adultos mayores representan un capital social y no un problema, y tienen que implementarse algunas acciones para que logren cierta organización; además, no se debe pensar en una participación laboral similar a la de los jóvenes, sino acorde a su condición y experiencia, como actividades de consultoría, asesoría, u organización de pequeñas empresas, entre otras.
Como parte de este proyecto, se ha establecido un modelo de núcleos gerontológicos a nivel comunitario, para que logren un autocuidado, ayuda mutua y autogestión. Esto tendría un gran impacto económico para ellos, su familia y el país mismo.
Es necesario promover entre la sociedad, y la misma población de adultos mayores, una visión de envejecimiento activo comunitario, con la que se pretende recuperar su ciudadanía participativa. Es decir, “los derechos que la Constitución les reconoce, y que en la práctica se les quitan, porque se considera erróneamente que ya no pueden tomar decisiones de manera autónoma”.
Lo que se requiere, apuntó, es que este segmento se apropie de su situación y sea responsable de sí mismo, es decir, que defienda sus derechos ciudadanos y actúen para lograr su calidad de vida.
Asimismo, resaltó la necesidad de cambiar las representaciones que como sociedad tenemos de la vejez. “No me refiero a negarla, porque es inadecuado considerar a todos los ancianos como desvalidos, pero también suponer que con esa etapa no se presentan cambios que repercuten en su vida. Es necesario ser objetivos y construir un futuro para ellos, pero con su participación activa”.
Representan un capital social que se desaprovecha, porque se les considera un grupo necesitado de todo, en especial de apoyos materiales. “Generalmente, se piensa en brindarles ayuda material, pero no oportunidades de desarrollo; ése es el verdadero reto”.